Go-Ahead-And-Die-Go-Ahead-And-Die

He perdido ya la cuenta de la cantidad de discos y bandas, en las que Max Cavalera ha participado, quedando como patente candidato al título "Mike Portnoy del Extremo". A los clásicos Sepultura, Soulfly, Cavalera Conspiracy, Killer be Killed, Nailbomb y demás, hay que sumar ahora este proyecto que presenta junto a su hijo Igor. Y hablando de Nailbomb, a quién más me recuerda esta banda. No por sonido exactamente, pero la actitud es la de antaño. A padre e hijo les acompaña Zach Coleman a la batería, que cierra esta formación de death/punk con un disco bastante interesante, y que tiene bastantes momentos destacables.

"Truckload full of bodies" es la primera y contestataria salva de trallazos que nos brindan. Crust y punk se dan la mano en este vertiginoso y esquizofrénico tema, que sacudirá tu sesera con sus cambios de ritmo.  Death and roll de la escuela Entombed es lo que nos ofrecen en la siguiente "Toxic freedom", y una linea parecida pero más punk y desvergonzada sigue "I.C.E. Cage", que suena terriblemente enfadado y contagia su estado de ánimo, haciendo cabrear de verdad. El siguiente rompecuellos "Isolated/Desolated" tiene un ritmo muy marcado, con embestidas de pura agresividad y mala leche. Y a continuación la sepulturera "Prophets prey", con un buen riff  sucio (sonido que acompaña a todo el plástico), satisfacerá tus delicidas más thrashers. La velocidad endiablada se apodera de "Punisher", con unos tambores que incitan a la guerra, y una actitud muy de 'fuck you'. La pesadez se adueña de "El cuco", un tema siniestro e intrigante, de atmósfera asfixiante.

También tenemos un tema con el acrónimo formado por las iniciales de la banda, que recuerda a la época Chaos A.D. de su antigua banda. El bajo lleva las riendas en la punkarra "Worth less than piss", seguida de le feroz y atronadora "(In the) slaughterline", una vuelta de tuerca a cualquier tema de cariz reivindicativo y combativo, con personalidad propia. Y con un tema de 6 minutos (lo cual sorprende porque todos los anteriores son temas directos y breves) cierran el disco. "Roadkill" concentra la ira, el cabreo y la actitud en unos ritmos lentos, con un Coleman abusando de los platos, y sodomizando a los parches en la recta final, donde se acelera y se vuelve caótico a expensas, hasta que todo se desvanece y queda la paz después de una batalla.

Queda claro que los Cavalera (los otros) se lo han pasado bien con este disco, puro divertimento personal, pero que consigue divertirnos a nosotros también. Puede que este proyecto sea en realidad la banda de Igor, al que esta primera colaboración de su padre le dé un empujón inicial, pero sólo el tiempo nos desvelará sus siguientes pasos. Por ahora, quedémonos con esta nueva entrega de confrontación que, siga los pasos que siga, quedará en buenas manos, porque ambos han demostrado saber lo que se hacen.