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Existe una pintoresca villa al sur de Francia, en la que una vez al año, hordas de heavys sedientos de Heavy Metal en su vertiente más clásica se dan cita una vez al año. Torreilles, un pueblo a poco más de dos horas en coche de Barcelona, alberga el Pyrenean Warriors Open Air, donde se suelen poder ver diversos caramelos para los amantes de este estilo. Este año, sin embargo, todo ha sido un poco diferente, al presentar el festival un aforo más reducido, y un cartel centrado en el underground del país galo. El fin de semana en que muchos catalanes estaban pendientes de la celebración de la Diada, un buen puñado se acercaron a este pueblecito a ver como funciona la música en directo en el país vecino, y a disfrutar como hacía tiempo que muchos no lo hacíamos. Hasta Francia nos hemos tenido que desplazar para poder volver a disfrutar de un festival con la normalidad de la de hace casi dos años, lo que nos hace pensar, cuando se van a a poner las pilas las autoridades en nuestro país, aquí dejamos esta reflexión.

Tras el madrugón y el viaje de rigor (sin peajes!!), llegamos a Torreilles y nos fuimos directos a nuestros aposentos en un hotel muy bucólico que era todo un remanso de paz. El festival ofrece la posibilidad de acampar en sus inmediaciones, pero los que asistimos de parte de esta web, tenemos una edad y no nos gusta privarnos de comodidades. Un paseo por el pueblo y unas primeras catas de cerveza nos llevaron a charlar sobre la emoción que nos producía el evento. Han sido muchos meses sin conciertos, y los pocos que se celebran en España son en unas condiciones que a mi personalmente, me impiden disfrutarlos en su totalidad. Te pueden quitar ligeramente la espinita, pero la sensación de nostalgia y la pregunta de cuando volverá  la normalidad total, es inevitable.

Nos dirigimos con tiempo hacia el recinto del festival, a unos escasos 15 minutos andando desde Torreilles, por un sendero flanqueado por viñas y más viñas. Al final del camino, una capilla nos recibe, como si fuera el lugar donde rendir pleitesía a las guitarras. Al otro lado del sendero, el camping y la puerta del recinto. Pudimos dar una primera inspección sobre el terreno, ya que este estaba abierto, para tomar algo, echar un vistazo en los puestos de merchandising o ubicarse para más tarde. De todas formas, a una hora precavida, echaron a todo el mundo para poder controlar los accesos tal y como habían prometido. Al abrir puertas, un primer control sanitario donde comprobaban el certificado de vacunación, una PCR de 72h de antelación o un test de antígenos que podían realizarte de forma gratuita antes de entrar, en un stand de la sanidad pública del país. Hay que decir que no estamos seguros de podernos fiar del certificado europeo, porque es obvio que hubo algún problema a la hora de leer nuestros códigos QR, aunque eso no nos impidió la entrada. Una vez dentro, las mascarillas brillaban por su ausencia. Un salto en el tiempo en el que, con cierta seguridad, todo el mundo podía respirar libremente. Nos provisionamos con un tentempié (si,cerveza) y nos apalancamos cerca de un barril que hacía las funciones de mesa. Ya sólo había que esperar a que saliera la primera banda.

Los primeros en tomar el pequeño y sobrio escenario (ya avisaron que este año tendríamos un escenario de circunstancias) fueron Lord Gallery, que han lanzado hace poco su primer trabajo de mismo título. La joven banda francesa calentó el ambiente y de qué manera con sus afiladas guitarras, sus vestimentas netamente heavies y su desparpajo sobre las tablas. Gran parte de las 400 personas que tenían entrada ya estaban en el recinto, y aunque hacía un sol de justícia, no hubo grandes reparos en agolparse frente al escenario. El sonido fué bastante bueno, sonando nítido y potente, sin abusar de volumen. Desgranaron gran parte de su repertorio en los 45 minutos de los que disponían y dejaron a la parroquia más que satisfecha.

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Tras un breve y rápido cambio de backline, aparecieron en escena Crazy Hammer, unos veteranos de la escena francesa formados en 1987, aunque con pocas referencias discográficas, limitándose su currículum a un par de demos, un LP que publicaron el año pasado, y un disco antiguo que nunca llegó a ver la luz oficialmente. Se notó que la gente les tenía aprecio, porque nada más arrancar tenían al público en su mano. Nos sorprendieron con una de las que, a la postre, sería de las mejores actuaciones del cartel, logrando hacer cantar a todos los asistentes con el puño en alto. Aunque es cierto que han tenido un largo parón de inactividad, las tablas se notaron y dieron una buena lección de técnica y contundencia.

Uno de los caramelitos de los que hablábamos al principio, para nosotros era Herzel. Han debutado discográficamente este año, con un disco muy tradicional que fué una muy grata sorpresa. Su juventud competía con sus ganas de agradar, aunque no tuvieron que batallar mucho para convencernos. Arrancaron con "La flamme" y nos prendieron a todos, con temas como los siguientes "Nominöe" o "Berceau de cendre", regalándonos una actuación impecable. El sonido siguió siendo notable durante toda la jornada y de ello siguieron beneficiándose las bandas. Cerraron su actuación con "Maitres de l'océan" dejando a todo el mundo contento, lo que se notó con la congregación que se montó en el puesto de merchandising tras su directo, agotando existencias de todo lo que habían traído.

Nuevo cambio de escenario, rápido y efectivo, con el tiempo justo y necesario para provisionarse, refrescarse y volver a ocupar posiciones. El sol empezaba a aflojar, y ya habíamos hecho algunas visitas a la manguera que había dispuesto la organización para remojarse. Las luces del escenario empezaban a vislumbrarse, y aunque tampoco esperábamos un espectáculo visual, dotaron a los shows de algo más de dinamismo. Tentation jugaban en casa (no en vano son ellos quiénes organizan el festival), ya que son de la misma Torreilles, y eso se notaba en la complicidad de los músicos con algunos de los asistentes, intercambiando guiños y bromas desde el escenario. Tienen varias publicaciones, pero su primer LP ha sido editado este mismo año. Temas como "Temps de priere" o "L'Exode" dan buena cuenta de sus buenas maneras, lo que unido a sus cuidadas pintas les daba una imagen más profesional que a sus anteriores compañeros de escenario. Una buena manera de conocerles, que esperamos que tenga continuidad con una gira a no mucho tardar, para acabar de confirmar como se las gastan.

La oscuridad y el cansancio debió empezar a hacer mella en la organización, porque este cambio se demoró un poco más, pero la gente estaba por pasárselo bien, y nadie se quejó. Los siguientes Hürlement eran una de las bandas con más presencia discográfica y más profesionales de las que podríamos encontrar en el cartel, y eso se nota. Su show fué serio y toda la banda rindió a gran nivel, destacando a su vocalista, que se movía en el escenario como pez en el agua, atacando primero con "Inquisition", de su segundo disco, y continuaron su set-list intercalando temas de sus tres discos publicados hasta la fecha como "The song of steel" o "Prince Noir", cerrando con "Mercenaire" de su primera referencia.

El festival se acercaba a su final con la actuación de ADX, banda de culto francesa formada en 1982 y con 11 referencias en su catálogo sin contar recopilatorios y discos en directo. La banda de París ha tenido ciertos momentos de inactividad, pero desde que se reunieran de nuevo en 2006, no han parado, concentrado 6 de sus LP's en esta nueva etapa. Con su extenso catálogo, ADX disponían de una hora y media para desgranar todo su pasado y presente en un set-list quizá demasiado contundente, que a nosotros se nos hizo algo monótono, llegando a tener la sensación de estar escuchando el mismo tema durante toda su actuación. Curiosamente, los parisinos también fueron los que sufrieron el peor sonido de la velada, formándose una bola sónica en algunos momentos que hacía imposible seguir el tempo de los temas. (Por cierto, nuestras disculpas porque no tenemos fotos de esta última actuación. Como buenos novatos, nos quedamos sin batería en la cámara jijiji)

De todas formas, este último show no empaña en absoluto la experiencia vivida en el Pyrenean Warriors, y estamos seguros de que volveremos en años venideros, a disfrutar del Heavy Metal y la camaradería que se respira entre los asistentes (salvo contadas excepciones que no vamos a profundizar aquí). Los atractivos carteles que ofrecen, las comodidades en los accesos y la cercanía son motivos más que suficientes para seguir confiando en este festival, de seguro que nosotros repetiremos el año siguiente, palabra de metalero.

Texto: Alex A. y Javi A.