LEGEND CLUB

El día que descubrí que Blood Ceremony venían de gira europea no pasaron más de tres minutos hasta que me lancé como un poseso en busca del listado de las fechas y los países que iban a visitar. Como no podía ser menos, en un vistazo rápido de no mucho más de 10 segundos comprobé que nuestro amado terruño no iba a ser objeto de su presencia, algo que ya me temía desde el principio. El angelito malo se avalanzó de inmediato a convencerme de que tenía que verles dónde quiera que fuese (tampoco es que necesitara mucho de su ayuda para ello), mientras que el angelito bueno, en forma de cuenta corriente en estado pírrico ante la cantidad de conciertos y festivales que se avecinan, se afanó en ponerme los pies en el suelo, bajarme de la nube a la que me había elevado al conocer la noticia y hacerme ver que no iba a ser posible. Maldito angelito bueno, con lo bien que se está en el infierno….

Estando en esa situación y acordándome ya de los familiares de las promotoras de todo el país, se produjo uno de esos ya escasos momentos en los que a uno se le enciende la bombillita y cae en la cuenta de algo que hasta ese momento se me había pasado. Con un viaje ya previsto a Milán para acudir al Frontiers Rock Fest, flipo en colores cuando veo que los canadienses actúan en la ciudad italiana justo la noche antes del comienzo de dicho festival. Patada en el trasero al angelito bueno, que te vaya bonito. En cero coma, estaba ya comprando la entrada en la web correspondiente. No se prodigan mucho por Europa, y menos como cabezas de gira, así que la oportunidad y la coincidencia eran irrechazables. Para rematar la jugada, unas semanas después anuncian a Beastmaker como los teloneros del tour. Adrenalina pura corre por mis venas, loco porque llegue la fecha del evento.

Y he aquí que llegó el día. Según me aproximo al Legend Club veo que los italianos (aunque sea por una vez, porque mis experiencias previas en festivales y conciertos por estos lares han sido tanto o más desastrosas que las que nos toca sufrir en nuestra tierra), se lo tienen bien montado. La sala se encuentra situada dentro de un parque enorme y cuenta con una barra exterior cubierta en la que poder comer o beber, amén de una serie de carpas con tumbonas distribuidas por el césped en las que relajarse o ponerse hasta las trancas mientras charlas con los amigos. Todo ello independiente de que luego entres o no a la sala a ver el concierto de turno de esa fecha, lo que hace del lugar un sitio peculiar en el que se mezclan en el ambiente y sin problema alguno dos tipos dispares de público, el que va al concierto y el que va solamente a tomar algo. Una vez dentro me encuentro con una sala más pequeña de lo que pensaba, ya que llevo toda la vida viendo esa sala en los calendarios de gira de todo bicho viviente que pasa por Europa. Es lo que tiene estar situada en el mapa dónde se encuentra Milán, punto neurálgico por el que hay que pasar para ir a Este u Oeste. «Ya que nos queda cerca, hacemos una parada técnica y tocamos allí también», deben de pensar las bandas.

Que la sala sea pequeña no es óbice para que cuente con un amplio escenario y un sonido (al menos en esta ocasión) atronador. Y encima no tiene columnas, a pesar de que estemos en el país del arte y la arquitectura. Otro minipunto para ellos. Puntuales a su cita, los californianos Beastmaker enchufan sus trastos para deleitarnos con cuarenta y cinco minutos de placer exquisito. Ya llamaron la atención el año pasado con un primer ep disponible online, pero la consagración (a pesar de contar solo con un disco) ha llegado este año en forma de ese “Lusus naturae”, que en contra de lo que se pudiera pensar, consigue darle una vuelta de tuerca más al doom más clásico. Es evidente que suenan a Pentagram, Trouble, Saint Vitus y por supuesto a Black Sabbath (es que es imposible no hacerlo si te dedicas a este estilo), pero desde mi punto de vista son una bocanada de aire fresco dentro del género. Y creo sinceramente que el hecho diferenciador es que son capaces de concentrar en temas de tres minutos de duración lo que otros necesitan diez para desarrollar (y que conste que me encantan igual o más los temas largos). Una base rítmica solidísima, unos riffs salidos de las profundidades del averno, unas letras directas al cuello y unos solos poderosos que consiguen temones llenos de groove uno tras otro. No es necesario nombrar ni siquiera los temas que tocaron porque con esa duración yo diría que se cascaron su álbum prácticamente íntegro y nos dieron un festín de doom clásico del que disfrutar a los que casi llenábamos el local. Muy grande lo de este trío, que espero consiguiera su objetivo (a buen seguro que sí) de obtener cierta sustancia para fumar que pidieron de todas las formas posibles. Qué dura es la vida para el fumeteo cuando hay aduanas de por medio. Que no se me pase señalar que su cd estaba a diez euros, precio más que razonable teniendo en cuenta las sobradas a las que nos tiene acostumbradas el amigo Lee Dorrian y su discográfica Rise Above Records. Que sí, que sacas unos discos enormes y nos descubres a bandas geniales, pero tampoco es imprescindible sangrarnos y sacarnos las vísceras por ello a través de los precios que le colocas a los asuntos.

Lo de Blood Ceremony simple y llanamente es de otro planeta (galaxia, si me apuráis). Son tantos que al final acabas olvidando alguno, pero se me hace difícil recordar ahora mismo un concierto mejor en lo que va de año. Uno tiene ya sus años de escuchar música, y hace tiempo que aprendí a diferenciar lo que es capaz de ofrecer un grupo en disco y en vivo. Pues no me he llevado chascos (y me los sigo llevando) tras llevar años escuchando a una banda y con las expectativas hasta los topes y salir después del concierto con una cara hasta el suelo y habiéndose caído todos los palos del sombrajo. Estos cuatro jinetes canadienses del apocalípsis son justo lo contrario: la realidad supera las mejores previsiones. Si quisiera ser honesto debería dejar de escribir una sola letra más y dejarlo tal y como está, porque me faltan palabras para describirlo. Pero ya que los compañeros de esta web me dan la oportunidad de soltar mis charlas sin fin, quedaría feo no dar más detalles del concierto, ¿no?.

Hora y veinticinco minutos de una actuación prodigiosa la mires por donde la mires. Un sonidazo del quince, un setlist brutal, repasando tanto temas del recientemente publicado “Lord of misrule” como de sus anteriores tres obras maestras. Cuando su anterior vocalista dejó la banda, Alia O`Brien ya formaba parte del grupo, aunque solamente tocando la flauta. El pasar de esa labor a convertirse en frontwoman total, cantando y tocando la flauta y el piano fue la mejor decisión que pudo tomar el grupo para su futuro. Porque Alia llena el escenario solamente con su presencia física, para qué negarlo. Una pedazo de mujer preciosa que encima cuenta con los santos ovarios de ponerse a cantar como una sirena mientras toca el órgano con una facilidad pasmosa y no digamos ya cuando ejecuta unos solos de flauta de caerse para atrás. Porque, ¿quién dijo que no se podía hacer doom con una flauta, unos teclados y una voz femenina?. Si alguien conoce a ese tipo o está presente en la sala que se me acerque, que le compro una entrada para ver a Blood Ceremony y luego me lo cuente. Un simple detalle que parece más anecdótico de lo que en realidad es: no quedaba ni un solo cd o vinilo en su puesto de merchandising. Lo han agotado todo durante la gira, apenas tres camisetas sueltas de tallas dispares. Había ganas en el personal de que volvieran, es más que obvio.

Impecable el resto de la banda, con un Sean Kennedy a la guitarra marcando territorio y compenetrando riffs y solos con la flauta de Alia a cada cual mejor, en una de las mejores ejecuciones que he visto en años. La batería de Michael Carrillo es sensacional, dando todo tipo de matices que complementan sobremanera la labor de sus compañeros y muy digna de ser tenida en cuenta si eres capaz de abstraerte del protagonismo absoluto de la presencia femenina de la banda. Lo mismo ocurre con el bajista Lucas Gadke, quien descalzo durante toda la actuación, no paró de marcar el ritmo de los temas rayando lo sublime. Una selección de temas perfecta (salvo por el hecho de que el concierto debería haber durado tres horas), en la que destacaron canciones como “Old fires”, “Witchwood”, “Lord summerisle”, “Drawning down the moon”, “The eldritch dark” o “The magician”. Aunque esto es hablar por hablar, porque todos y cada uno de los termas sonaron a himnos. Blood Ceremony no se han limitado a seguir los cánones establecidos en el género, han creado uno por sí solos y durante el concierto navegas desde los movimientos hippies de los sesenta a los toques más sabbathianos de los sententa, todo ello pasado por el tamiz de la presencia de esa flauta que te retrotrae de inmediato a las mejores épocas de Jethro Tull. Son expertos en lo suyo, capaces además de mezclar todo eso con una imaginería y unas letras que hablan de lo oculto y que tienen como base buena parte del cine de terror italiano de los setenta, convirtiendo lo que es de hecho algo diabólico en un viaje ácido de positividad. Han pasado cuatro días ya del concierto hasta que estoy escribiendo esto y se me sigue poniendo el vello de punta de recordarlo. Definitivamente, Blood Ceremony es una banda por la que merece la pena viajar a verles a donde sea, cada céntimo invertido en ello te lo devuelven multiplicado por cien. No existe una casa de apuestas en el mundo con mejores cuotas para sus clientes. Palabrita del niño Jesús.

BEASTMAKER – «Clouds in the sky»

BLOOD CEREMONY – «The eldritch dark»

BLOOD CEREMONY – «Hop toad»

BEASTMAKER – «You must sin»

BLOOD CEREMONY – «Half moon street»

BLOOD CEREMONY – «Goodbye Gemini»

BEASTMAKER – «Arachne»

BLOOD CEREMONY – «The magician»

BLOOD CEREMONY – «Old fires»

BEASTMAKER – «Burnt offering»

BLOOD CEREMONY – «Drawing down the moon»

BEASTMAKER – «Astral corpse»

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