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Australia, ya lo sabemos todos, es la tierra que vió crecer a una de bandas más grandes del Rock, y de la historia de la música. Por azares del destino, no sabemos si buscando la misma suerte, Jay R se mudó a la tierra de los canguros, y ahí consiguió armar Snake Bite Whisky, tras conocer a algunos músicos locales. La banda lleva ya editados dos EP's, y un primer disco, siendo este "Black Candy" que nos oscupa su segundo lanzamiento de larga duración. Su intención no es inventar nada nuevo, si no hacernoslo pasar bien con su hard rock sleaze y su gamberrismo rockero. No os vayáis porque lo sigue es la mar de interesante.

El disco arranca como no podría ser de otra manera, con un cañonazo de título "Thunderbird", totalmente desenfrenado y macarra. Boogie-rock a todo trapo, con actitud muy punk. Igual o más pendenciera es la que la sigue, "Raised in hell", con unos coros muy logrados y unas guitarras crudas y crujientes. Sobresale la destreza de Lagg a las guitarras, metiéndo unos solos de infarto, veloces y precisos, en casi todos los temas. El retumbar del bajo de Stach Blake da inicio a la rockera "Creep show", con un aire más vacilón y muy festiva. "Choke" me ha dejado un poco más frío, resultando un tema rockero alternativo, con grandes guitarras eso si, pero que no es tan inmediato como los predecesores y cuesta un poco más de seguir. Por derroteros parecidos deambula "Bones in the fire", aunque más pesada y oscura, y con algunos matices outlaw, que te hacen imaginar a Jay R transitando solo por el desierto.

Recuperan la crudeza en "Reload, aim, kill", con mucha distorsión y la batería de Dan Weldon marcando con simpleza y potencia el camino a seguir. Tema machacón para bailar y agitar la cabeza al ritmo de su riff heavy. El desenfreno ataca de nuevo con "Sweet cocaine" (¿esperábais una balada con ese título?), en la que todo se acelera de nuevo. "Hammered" ya la habíamos escuchado previamente, pues protagonizó el primer videoclip del disco que lanzaron. Pendenciera y macarra, desafiante y puro rock and roll. "Dead by dawn" prosigue con la fiesta, con embestidas veloces y un gran trabajo de Lagg metiendo notas aquí y allá. El disco lo cierra "End of the line", que al principio puede parece un tema melódico con esos punteos de guitarra, pero que recupera el espíritu rockero e invita a dar un paseo por Sunset Strip cerrrando todos los bares y salas.

Por alguna razón, los veo en un cartel con Jackyl, en la que debería ser una gira espectacular. Este segundo disco debería acabar de abrirles algunas puertas, y si alguna vez salen de esa enorme isla para visitarnos, estaremos más que encantados de recibirles y disfrutarles. ¡Buen trabajo!