El fin de semana en que se celebra la Diada de Catalunya, la crew catalana de esta redacción ha encontrado algo más interesante que hacer, que indagar cuales son los rincones de la geografia catalana donde no va a haber saraos, para pasar un fin de semana tranquilo y sin aspavientos. Ya van seis ediciones del festival Pyreanean Warriors Open Air, en el que se junta la flor y nata del heavy metal underground internacional, pero despistados nosotros, lo descubrimos en plena pandemia como válvula de escape, y parece ser que se va a convertir en un fijo en nuestras agendas.

Tras ver el cartel definitivo, no dudamos lo más mínimo en hacernos con nuestros tickets y organizar el viaje de la mejor manera posible. Bandas como Fifth Angel (que desgraciadamente y muy a nuestro pesar, al final cayeron del cartel) y Eternal Champion nos servían más que de sobra como excusa para abandonar a nuestras famílias un fin de semana por unos guitarrazos.

La jornada empezaba pronto pues teníamos que desplazarnos el mismo sábado del festival hasta Torreilles, así que tocaba madrugón y carretera. No vamos a ser exagerados, hay poco más de dos horas de coche desde Barcelona hasta el festival, y no sueles encontrar mucho follón a tempranas horas. Tras visitar primero nuestro lugar de descanso posterior, nos dirigimos directos al recinto, con un parking enorme, así que todo eran facilidades. El acceso es express, porque no hay aglomeraciones y ya sólo queda reconocer el terreno, saludar a los conocidos y proveerse de la moneda del festival para las bebidas. El recinto era exactamente el festival que el año pasado, en el que había aforo reducido por temas sanitarios, y desconozco el total de la asistencia, pero no me pareció que fuera muy superior al sold-out del año pasado con 400 tickets vendidos. El festival se caracteriza por el colegueo, lo cómodo y accesible de todo y la facilidad de conseguir lo que sea.

Una vez ubicados y avituallados, cogimos posiciones para ver la descarga de los primeros en el cartel. Crimson Storm llegaban de rebote al festival, para suplir la baja de última hora de los alemanes The Night Eternal. En activo desde 2009, no son de esas bandas fáciles de ver en cualquier gira, así que aprovechamos para ver como las gastaban. Aunque no tienen mucho material, se les vió cómodos sobre las tablas y la gente parecía satisfecha. Con apenas material discográfico editado, consiguieron agradar, y eso no es tarea fácil. Ahí quedan temas como "Motor city maniac", "Headfükker" o "Heavy Metal Storm".

Tras Crimson Storm, la cosa no tardaría mucho en volver a ponerse en marcha. Las contínuas visitas a los stands de merch hacían que los cambios de line-up pasaran como un suspiro, pero lo malo es que siempre acababas picando algo porque golosinas en las cubetas y en las camisetas había, y muchas. Este es uno de los peligros de este festival.

Los argentinos Raptore, adoptados barceloneses, no iban a amedrentarse ante el insufrible calor de ese mediodía. La banda dió un buen recital, haciendo un repaso a sus tres discos editados y ganándose a la gente con su presencia escénica. Su líder Nico tiene un aire al Blackie Lawless de sus inicios, y es todo un frontman. Ignacio le secunda a las guitarras y Michel y German le dan ese plus a su sonido con potencia y firmeza, lo que hace que su heavy metal sea todo un puñetazo sobre la mesa a la hora de levantar ánimos.

Los siguientes en subir al escenario eran los portugueses Midnight Priest, a los que tenía muchas ganas, porque su último disco "Aggresive Huntings" me dió grandes ratos cuando fué editado. No acabaron de convencerme en directo porque no sabría deciros que fué, pero no consiguieron engancharme del todo. Temazos no les faltan, como "Hellbreaker", "Funeral", "Into the nightmare"...

Tal vez esta no fué su tarde, o tal vez la inclemencia solar de la que estaba cayendo les pasó factura, pero aunque rindieron a un buen nivel, no me acabaron de convencer. Mención aparte para el merch. No entiendo como teniendo portadas tan heavies y épicas, las camisetas no hacían justícia. Mi cartera lo agradeció, pero creo que deberían cuidar más algunos aspectos, que les reportarían "suculentos" beneficios.

Mi desconocimiento e incultura me hacía dudar de Saracen, tal vez la banda más veterana del cartel. Que equivocado estaba. Pocas veces podía ser más cierto eso de que la virtud es un grado y así lo demostraron los británicos. Un peldaño por debajo del más puro heavy metal, esta banda le daría un repaso en toda la cara a todos unos Deep Purple sobre entrega, clase y presencia escénica. Si, no gozaran de la misma popularidad pero si me los pusieran frente a frente a día de hoy, mi elección estaría más que clara. Abrieron con "Crusader", y todo fué viento en popa. Maestría y saber hacer. Aunque hace tiempo que no editan material, se les veía en forma y para nada sonaban oxidados. Otros temas en caer fueron "Rock of ages", "Meet me at midnight", "Red sky" o la última "Ready to fly".

Lo siguiente si que iba a ser un vendaval. Hexecutor jugaban en casa, y eso pareció insuflarles un extra de energía. Fué tal su torbellino thrasher que la polvareda que hicieron levantar todavía hacía estragos durante la actuación de Eternal Champion. Son de relativa reciente formación, pero parecían unos veteranos a la altura de unos Kreator, Deathhammer o Whiplash. Su aspecto feroz hacía justícia a su música, y las partes más blackened nos ponían los pelos como escarpias a base de guitarrazos, gemidos y baterías atronadoras. Sin duda alguna, uno de los campeones de esta edición que hicieron las delicias de los asistentes más extremos.

Después de este vendaval sónico, no se les presentaba una fácil papeleta a uno de los caramelos del cartel. Los americanos Eternal Champion tenían el sanbenito de ser uno de los caramelos del cartel, y tal vez en esta ocasión, esa presión les pudo. Para mi, es mi primera vez con ellos, pero me decepcionaron, y bastante. Esperaba toda una lección de nuevo heavy metal, y la cosa se quedó en agua de borrajas. Si bien es verdad que el concierto fué de menos a más, no consiguieron engancharme con sus composiciones y hacerme disfrutar como si lo hacen en disco. Por lo que sé o he oído, la noche siguiente en Barcelona dieron un verdadero recital, pero como no estuve presente, prefiero reservarme mi opinión. Los acabaré de juzgar la próxima vez que pueda verlos para comparar.

Ya no quedaban muchas bandas por delante, pero era el turno de los belgas Kate's Acid. Liderados por Kate de Lombaert, esta versión belga de Doro es toda una institución en el undergroud de su país. Formados en 1980, cuentan solo con tres discos, aunque varios singles y EP's, que le sirvieron para forjar su reputación. Son considerados por algunos como los precursores del speed, y no hacen miserias a la hora de mostrar influecias de bandas como Venom o Raven. El directo fué solvente, y nos ofrecieron temas "Acid", "Maniac", "Hell on wheels", "Exterminator" o "Heaven's devil", con la que cerraron.

La cosa llegaba a la recta final, pero vaya dos actuaciones nos quedaban por delante. Los alemanes Atlantean Kodex nos dejaron a todos boquiabiertos con toda una lección sobre las tablas. Abrieron con "The alpha and the occident", y a partir de ahí, todo fué sobre ruedas. Un heavy de categoría, con buenas guitarras, armonías, potencia y un gran vocalista, nos hicieron disfrutar de temas como "People of the moon", "Lion of chaldea", "A prophet in the forest", "Twelve stars and an azure gown" y la última "The course of the empire". Aquello fué toda una orgía guitarrera a cargo de Manuel y Coralie, que ponían las melodías perfectamente para la garganta de Markus Becker. Todo un descubrimiento para mi, porque no les había visto nunca, y es que lo bonito de este festival, son esos descubrimientos que te llevas para casa. No creo ser el único que se quedó más que asombrado, porque al finalizar su actuación, el asalto al stand de merchandising fué de órdago.

Pero cuidado, porque lejos de relajarse el ambiente, la que nos tenían preparada los americanos Liege Lord fué otro bolazo inmenso. Los de Connecticut venían enchufados a dar un repaso a su speedica discografía, con bastantes cañonazos y alguna sorpresa. Empezaron su set a ritmo de "Dark tale", de su primer LP. Todo un ejercicio de nostalgia para sus seguidores. A partir de ahí, fueron saltando cronológicamente a través de sus lanzamientos, con temas como "Eye of the storm" y "Cast out". Después sorpresa, versión del "Kill the king" que sonó a gloria (otra de Thin Lizzy caería más tarde) y volvieron a retomar sus temas propios. "Vials of wrath", "Rage of angels", "Hypocrisy"....los americanos se gustaban y gustaron, y por eso la 1h20 que tenían programada se quedó corta, así que estiraron ligeramente su tiempo sobre las tablas para dejarnos a todos satisfechos. Nadie tenía prisa por irse, y se notaba en el ambiente. Como curiosidad, en sus filas encontramos a Joe Comeau, quién estuvo un tiempo en bandas como Annihilator y Overkill, todo un personaje.

Esto es a grandes rasgos lo que pasó en tierras francesas este año 2022. No podemos hacer otra cosa que despedirnos con pena del festival, porque su estancia en su recinto es toda una experiencia que recomendamos encarecidamente a todo aquel amante de estos sonidos que predominan sus carteles, y a cualquiera que tenga ganas de un fin de semana diferente con música en directo. Esperaremos con ansia la próxima edición, y nos tiraremos de los pelos (el que tenga) cuando desvelen su cartel, que no tengáis duda alguna que tendrá sorpresas y chuches de esas que nos gustan a todos.

Por cierto, si además de heavy metal, os gusta comer, también os podemos recomendar un restaurante camino de vuelta a Barcelona, en el que os váis a poner hasta el puto culo de buen comer LOL.