Hoy hace 27 años. El viernes 18 de Junio de 1993 Madrid amaneció oliendo a heavy metal. Estaba presente en el ambiente desde hace días pero esa mañana la sensación era especial: había llegado el día. Metallica, en su momento más álgido de su carrera en ese momento, con el "Black album" vendiéndose como churros (a día de hoy se siguen vendiendo 5.000 copias semanales en todo el mundo), con la ansiedad de no haberlos visto pisar la ciudad desde 1988; la expectación era máxima.

Desde primera hora de la mañana, hambrientos de Metallica, cientos de personas hacían cola a las puertas del estadio del Rayo Vallecano. Precisamente gracias a unos amigos del barrio, que estuvieron en la fila desde el principio, tuve la oportunidad de acceder a la zona cercana al escenario a la que sólo tenían acceso aquellos y aquellas que según se abrieron las puertas salimos corriendo hacia ella. Nos pusieron una pulsera verde (que aún conservo en perfecto estado de revista) y a partir de entonces pudimos entrar y salir de allí sin problema alguno. Iba a poder ver a la banda de mi vida a escasos metros de distancia. La emoción y los nervios me invadían de tal manera que no sabía ni lo que hacía y las cosas que llevaba para pasar el día (comida, bebida, etc.) se quedaron sin tocar y lo único de lo que fui capaz es de fumar un cigarro tras otro para tratar de paliar la espera.

Dos bandas eran las encargadas de caldear el ambiente. Suicidal Tendencies saltaron al escenario a comerse el mundo en posiblemente el mejor momento de su carrera y ofrecieron un concierto espectacular deleitando a un estadio que ya presentaba un aspecto semi-lleno a pesar de ser una hora temprana. Mike Muir manejó al público a su antojo y la banda le acompañó en el empeño. Destacaba la presencia de un por entonces desconocido Robert Trujillo. Quién podría imaginarse que 10 años después sería el bajista que lograría unir a Metallica de nuevo facilitándoles una segunda juventud.

Una hora de apabullante concierto que seguro ayudó a la banda a reclutar nuevos seguidores. Cayeron sin parar temazos como "You can´t bring me down", "Join the army", "War inside my head", "Monopoly on sorrow", "Send me your money" o "Pledge your allegiance", hasta completar un repertorio que despertaría a los muertos en un cementerio. Curiosamente años después comenzó a circular por la red el vídeo completo de la actuación del grupo y al final de esta reseña os lo dejamos para que podáis disfrutar de él.

Transcurridos unos minutos llegaba el turno para The Cult, una banda que siempre tuvo buena relación con Metallica y que de hecho ya les había acompañado en buena parte de la gira de presentación de "...And justice for all". Sinceramente me sorprendió para mal la reacción del público. Dificílmente pueda haber en este planeta un seguidor más furibundo de Metallica que el aquí escribiente, pero si de algo me precio es de tener una amplitud de gustos musicales que me permitía desde hace años disfrutar de la música de The Cult. Buena parte del público comenzó a insultarles y a tirarles de todo al escenario, llegando Ian Astbury, vocalista del grupo, a recoger al vuelo un bocadillo que le habían lanzado. Sus palabras señalan muy bien lo que estaba sintiendo yo mismo en esos patéticos momentos: "Esto es una pena. No sé si sabréis que hay mucha gente pasando hambre en el mundo".

Ni siquiera eso consiguió que se aplacaran los ánimos y toda esa caterva de paletos intolerantes que hay en este género musical (y todos sabemos que los hay, y muchos) impidieron a los que allí estábamos dispuestos a disfrutar un buen concierto que lo hiciéramos. Al final todo fue un despropósito y el concierto fue decepcionante, no por culpa de la banda, que aguantó el tipo hasta el final y completó todo su setlist previsto, aunque evidentemente no con los ánimos que ellos hubieran querido hacerlo.

El momento había llegado y con un estadio repleto hasta la bandera, la expectación y los nervios se multiplicaban por minutos. La noche caía sobre Madrid y el respetable clamaba a gritos la presencia en el escenario del lujo que estaba esperando. Madrid no había formado parte de la gira de pabellones porque en las fechas que tenían libres el antiguo Palacio de los Deportes de Goya estaba ocupado durante esos días por el fin de semana del allstars del baloncesto ACB. Cuidado que amo ese deporte pero ese resquemor siempre lo tendré. Afortunadamente había tenido la oportunidad de disfrutar del escenario y del show de esa gira el año anterior en Barcelona y San Sebastián.

No éramos solo madrileños los que allí esperábamos y muestra de ello eran las pancartas con nombres de ciudades y provincias de todo el país que colgaban de las vallas de todo el estadio. Se acercaba la hora prevista y los gritos iban en aumento proporcionalmente, aunque no fue hasta casi treinta minutos después de lo anunciado cuando se apagaron las luces y comenzó a sonar el mítico "Ecstasy of gold" de Ennio Morricone, una intro que acompaña a Metallica desde sus comienzos. En una especie de conjunción astral, fue en ese mismo instante cuando empezó una tormenta de rayos, truenos y agua a mansalva que nos dejó a todos hechos una sopa en dos minutos. ¿No queríais épica para el show?, pues ahí la tenéis.

Bajo el diluvio universal saltan al escenario, con la sorpresa de ver a Jason Newsted rapado (en aquel entonces no había internet y las noticias no llegaban precisamente rápido), y se marcan un trío de canciones con el que no solo dejaron claras sus intenciones sino que hicieron arrodillarse ante lo evidente a todo bicho allí presente: "Creeping death", "Harvester of sorrow" y "Welcome Home (Sanitarium)". El griterío era ensordecedor y la potencia y la calidad del sonido, al menos desde yo estaba, eran impecables. Por no hablar de la presencia física intimidatoria de un James Hetfield capaz de comerse el escenario él solo. A continuación presentan dos temas de su último disco hasta la fecha: "Of wolf and man" y "Wherever I may roam". Más vítores y rendición absoluta a la banda.

"The thing that should not be" nos devuelve a un pasado que a través de un solo de Kirk Hammett enlaza con el presente más rabioso de "The unforgiven". Retrocedemos de nuevo con una espectacular interpretación de "Disposable heroes" y es entonces cuando el grupo da paso a un breve descanso amenizado por el bajo de Newsted, quien incluye en su breve repertorio una pequeña versión del himno norteamericano ante la cuál uno de tantos imbéciles allí presentes lanza un vaso de plástico que cae al lado de Jason, quién lejos de mosquearse se lo pone en la cabeza desatando los aplausos del público. Un trocito de "Orion" y "The call of Ktulu" llevan de nuevo a escena al resto de integrantes, incluído un Lars Ulrich que entonces era incuestionado como uno de los mejores baterías del momento, para desde ahí hasta el final del concierto destrozarnos físicamente y deleitarnos auditívamente a niveles difíciles de alcanzar para ninguna banda en ese momento. Juzguen ustedes mismos lo que nos vino encima: "The four horsemen", "For whom the bell tolls", "Fade to black", "Master of puppets", "Seek and destroy", "Whiplash", "Nothing else matters", "Sad but true", "Last caress", "One" y "Enter sandman". Para mear y no echar gota.

Tras dos años de gira constante, a una media de cinco conciertos por semana de más de tres horas de duración cada uno, se podía pensar que en los estertores del tour la banda podría estar exhausta. Nada más lejos de la realidad. Las ganas de conquistar el mundo que desde siempre han caracterizado a Metallica las vivimos del primer al último segundo y se me hace muy difícil pensar que ni una sola de las decenas de miles de personas que allí estábamos no saliera con una sonrisa inmensa tras el fin del espectáculo. Dieciocho de Junio de 1993, el día que cambió la vida a muchos y que supuso un golpetazo en la mesa que todos los allí presentes recordaremos. Por mucho que haya cambiado el grupo, por mucho que hayamos cambiado todos los que allí nos encontrábamos, diría al 99% que este concierto está presente en el Top 5 de cualquiera de nosotros. También podéis ver a continuación la única grabación en vídeo al completo del concierto que hasta el día de hoy ha salido a relucir.

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