Hay una escena en el vídeo "Cliff'em all" que mucha gente olvida o quiere olvidar adrede para así poder justificar su ira y odio hacia Metallica. Casualmente es el propio Cliff Burton el que en un extracto de una entrevista comenta que le da exactamente igual (él usa una expresión no tan políticamente correcta) lo que la gente opine sobre la música que hace la banda. Ellos hacen la música que les apetece hacer en cada momento y al que no le guste.....completad vosotros la frase.

Ese es el espíritu, la esencia que Metallica lleva manteniendo en sus casi 40 años de existencia como banda. Algo que volvieron a demostrar el pasado sábado. Lo hacían en sus comienzos cuando no tenían un dolar y lo llevan haciendo décadas desde que los dólares les salen por las orejas. Metallica hace lo que quiere, como quiere y cuando quiere. Eso molesta a mucha gente que parece que todavía no se ha dado cuenta de qué va la película. Si quieres te subes al carro y si no sigue tu camino, que los hay a trillones y olvídanos. Y eso es lo que repitieron por enésima vez en su concierto del último fin de semana.

Tras décadas colaborando con distintas entidades de todo el mundo, el grupo decidió crear su propia Fundación ("All within my hands") para tener un control absoluto sobre dónde y de qué manera se deberían repartir mejor sus propias aportaciones y las que se podían generar a través de la misma. Metallica y su legendaria obsesión por el "control" de todo aquello que hacen o dejan de hacer. Como parte de todo ello en 2018 llevaron a cabo la primera edición de Helping Hands, un concierto en formato acústico cuyos beneficios obtenidos fueran destinados en su totalidad a su propia entidad.

No era la primera vez que el grupo participaba en algo similar, ya que en al menos dos ocasiones habían puesto su granito de arena en una causa similar actuando en el festival benéfico que el mítico Neil Young organizó entre 1986 y 2016 a través de la Fundación "The Bridge School". Indudablemente inspirados e influenciados por esas experiencias previas llevaron a cabo esa primera edición que no pudo tener continuidad en 2019 debido a la recaída de James Hetfield en su adicción al alcohol. Gracias a su pronta recuperación y a pesar de las por todos conocidas dificultades que el maldito Covid-19 ha provocado en el terreno musical y en especial en los conciertos en vivo, la banda decide continuar con la idea de celebrar su edición anual. Aprovechando las facilidades de la tecnología y siguiendo el ejemplo de muchas bandas que llevan haciendo lo mismo meses, deciden hacerlo en formato streaming bajo previo pago.

Lo cierto es que dadas las circunstancias creo que al final esta es la mejor manera de realizar un concierto benéfico porque al ser un evento mundial y no solamente local, la recaudación que se logra y que en su 100% va dedicada a la Fundación a buen seguro ha debido ser astronómica comparada con la de la primera edición. A ello ha contribuido además la subasta de numerosos objetos personalizados de la propia banda, que han alcanzado cantidades económicas que la mayoría ni soñamos con tener pero de las que mucha gente sí dispone y están dispuestos a emplearlas en algo así, ya sea por motivos vocacionales o por el simple hecho de participar en algo organizado por su banda favorita. No olvidemos el carácter universal de una banda como Metallica y las consecuencias (buenas y malas) que ello conlleva.

Vamos al grano que si no más que una reseña esto va a ser un libro. El streaming comienza con imágenes grabadas de la banda llegando a su cuartel general, para ya los cuatro juntos explicar de qué va a ir la cosa y dejando caer que habría alguna que otra sorpresa (que las hubo). A continuación presentan una serie de vídeos cortos en los que se ejemplifica para qué sirve la Fundación y cómo trabaja para cubrir diferentes aspectos: lucha contra el hambre, ayuda a la integración mediante educación de aquellas personas menos favorecidas o implicación ante catástrofes naturales (terremotos, incendios, covid-19). Concluidos estos vídeos la pantalla permanece durante unos segundos que a muchos se nos hicieron eternos con la frase "el show comenzará en breves momentos". Y transcurridos esos instantes, nos encontramos con la primera de las sorpresas.

Acostumbrados a ver centenares de fotos de la banda en su local de ensayo nos encontramos al grupo dentro de una enorme habitación cuyas cuatro paredes dejan de ser de ladrillo para ser paredes virtuales a modo de enjambre de abejas en el que cada una de sus cuadrículas está ocupado por fans que han tenido a bien contribuir con la Fundación y sus proyectos pagando una cifra enorme por ello. Llámalo altruismo o ego, pero el caso es que todo lo que esa gente pagó por aparecer en esas paredes iba destinado a ayudar a gente en situación de exclusión y no a los bolsillos del grupo. Gente que además se veía que eran auténticos fans, ataviados cada uno con sus camisetas, sus banderas, unos en soledad, otros acompañados por amigos o familia y representando a las cuatro esquinas del planeta.

En la interacción que la banda hizo con muchos de ellos entre canción y canción y que a mi parecer fue de muy buen gusto y ayudó mucho a generar una sensación de camaradería, buen ambiente y pequeña reunión de amigos para pasar un buen rato, pudimos ver y escuchar a gente de EEUU, Japón, Chile, Francia, Turquía, Alemania, Inglaterra, Venezuela, Canadá, Brasil amén de muchas otras banderas que podían verse en esas pantallas. Esa universalidad de la que hablaba antes convertida en un ensayo íntimo con pocos fans cuando la realidad es que probablemente fueran cientos de miles de personas las que en ese momento estaban viendo la transmisión. Tras unas palabras de la banda para soltar tensiones y romper el hielo, comenzaba el concierto en sí.

"Blackened" es el primer tema que interpreta Metallica. No en vano ya lo presentaron al mundo en pleno confinamiento y era obvio que esa canción iba a ser tocada en uno u otro momento. Como todo lo que rodea a esta gente, ya en su momento llenó las redes de filias y fobias. A mí me pareció desde la primera escucha una brillante interpretación acústica de una canción que no resulta precisamente fácil adaptar a ese asunto y como tal dio un inicio brillante al show, donde ya se pudo ver a la banda en un buen estado y con ganas de empezar cuanto antes a hacer aquello que más les gusta. Clavaron la interpretación y al finalizar empezaron a interactuar con los allí virtualmente presentes, saludándolos y haciéndolos partícipes del evento. Algo que harían durante todo el concierto, especialmente Hetfield y Ulrich, ya que Hammett y Trujillo siempre han sido más tímidos o reservados en este aspecto.

Si ya arriesgaron en su momento con "Blackened", ahora le tocaba el turno a otro tema casi imposible de imaginar en formato acústico, "Creeping death". En vivo no me convenció la versión que hicieron y vista unas cuantas veces más en diferido, me confirmo en lo que vi. Para mi gusto si bien acertaron de pleno con "Blackened", metieron la pata hasta el fondo con "Creeping death". Metallica siempre ha sido un grupo de metas y riesgos y eso no siempre sale bien. Les doy el mérito por mantener su integridad e intentar hacer lo que muchos otros no se atreven, pero en este caso creo que no dieron con la tecla ni por asomo. Vuelta de tuerca totalmente prescindible desde mi punto de vista.

Muy diferente fue el tercer tema. Hace años que Metallica realizó un cover de un enorme tema, aunque no de los más conocidos, de los británicos Deep Purple, "When a blind man cries". Aquí se lucieron, en una exquisita interpretación coronada por la voz de Hetfield cada vez más entonada y emocionando con una canción que está escrita para hacerlo siempre y cuando caiga en las manos adecuadas. Si no querías emoción toma dos tazas y seguimos para bingo con "The unforgiven", otra canción que toca la fibra en formato acústico y que la banda clavó de principio a fin. Esa melodía y esa letra se te incrustan en la cabeza desde que las oyes por primera vez y por más veces que ls escuches no dejan de impresionar. Confieso que esperaba "The unforgiven III", más que nada porque su interpretación a capella en "S&M 2" me parece lo mejor de aquel concierto, pero eso ya son gustos personales. Cada uno les escribiría un setlist distinto y aquí quienes mandan son ellos y con la primera versión de la trilogía quedé más que satisfecho.

La siguiente sorpresa vendría de la mano de "Now that we´re dead", tema incluido en su último álbum en estudio y que tampoco imaginaba escuchar en formato acústico. No estuvo nada mal. Tampoco me pareció la octava maravilla pero sí una versión más que aceptable de otro de esos temas nada fáciles de reinterpretar. Puestos a elegir un tema de ese disco yo habría apostado por "Halo on fire". Pero de nuevo, ¿quién coj***s soy yo para decir ni pío?. "Turn the page", original de Bob Seger, fue la encargada de dar continuidad con brillantez a un concierto en el que ya iban varias sorpresas. Esta vez fueron a lo seguro, porque éste es un tema que nunca han dejado de interpretar con cierta frecuencia desde que fue publicado y tanto en formato eléctrico como acústico acostumbran a bordarlo. Y esta vez no fue la excepción, con James Hetfield destacando nuevamente a nivel vocal para regocijo de todos los que estábamos pegados a la pantalla.

Si hay una canción imposible de no interpretar en un evento acústico es "Nothing else matters". Creo que pertenezco a esa numerosa base de fanáticos irredentos (por si todavía alguien no se había dado cuenta, me declaro culpable aquí) que cuando ven este tema en un setlist piensan: "Joder, otra vez no", pero que cuando llega el turno de la misma nos comemos las palabras y cantamos (o mejor, destrozamos) la letra como si nos fuera la vida en ello. Y más de una lágrima se le salta a uno con esta canción, que aquí todos cagamos cadenas de hierro en público pero habría que vernos en la intimidad. La enésima elegante interpretación de una canción que por más que le pese a muchos está ya en el imaginario de esos temas que forman parte de la historia de la música.

De nuevo una sorpresa, no por la novedad, que ya la han tocado varias veces, sino porque personalmente sigo alucinando en colores de cómo demonios pudieron transformar "All within my hands", probablemente el tema más crudo, seco y directo a la yugular del denostado "St. Anger" en una canción acústica que suena a las mil maravillas y que parece haber sido escrita en ese formato desde un principio cuando nada está más lejos de la realidad que ese pensamiento. Un temón de aúpa que pone los pelos de punta y que mostró por enésima vez a lo largo de la noche a un Hetfield en estado excepcional. Tras finalizar el tema, Ulrich anuncia unos minutos de descanso que son aprovechados para mostrar más vídeos de la labor de la Fundación. Me quedé un poco a cuadros, porque no me imaginaba una pausa en un concierto acústico, pero la respuesta a mis interrogantes llegó tras los vídeos en forma de nueva sorpresa totalmente inesperada.

Si algo teníamos claro los que habíamos pasado por caja para ver este concierto era que el formato era acústico. Ya está, eso lo sabía hasta el coronavirus. Hete aquí que a estos muchachos les dio por cambiar el guión y volver de la pausa en formato eléctrico. Ahí estaba la razón de la pausa. No contentos con desencajar la mandíbula a más de uno y una, comienzan esta segunda parte del concierto rizando el rizo, o como dijo el propio Ulrich, atravesando la cuarta dimensión. A ver si consigo explicarme. Pongámonos en contexto. "Disposable heroes", tema clásico de "Master of puppets". En la primera edición de "Helping Hands" hacen una versión acústica de este tema por muy increíble que parezca y que en mi humilde opinión les quedó de lujo asiático. Hasta aquí todo correcto. En esta segunda edición deciden volver a tocarla pero dentro de la sección eléctrica que de repente se sacan de la manga. Uno espera que toquen la versión eléctrica de toda la vida de DIO. Pero no, como a estos zagales se la resbala todo, van y se marcan una versión eléctrica de la versión acústica que hicieron en su día de la versión eléctrica original. Seguramente me he perdido y no os habéis enterado de nada. Entono el mea culpa. No sois vosotros, soy yo, que casi me estalla la cabeza cuando lo vi. Y el caso es que les quedó una interpretación más que curiosa, porque prácticamente quedó como si de un tema nuevo se tratara y salió más que apañada y resultona.

Después de semejante bizarrada uno entiende que volverán a lo seguro. Pero no. Lars cuenta que a James se le ha ocurrido a última hora proponer el siguiente tema y que les perdonemos de antemano por el desastre porque apenas la han ensayado un par de veces. Es entonces cuando se marcan una versión de "House of the rising sun", de The Animals, que a mí por lo menos me dejó boquiabierto. Como suele ocurrir con todas aquellas versiones que Metallica lleva haciendo desde sus primeros pinitos, los temas al final parecen más suyos que de los artistas originales y a poco que les de por dar un par de vueltas más a este tema, les puede quedar otro himno que sumar a la saca.

Y como última sorpresa final de la noche, rescatan del baúl "Wasting my hate", tema del no menos denostado "Load". Aquel que en su día muchos consideraron el único tema decente del disco solamente porque era el más "rápido". En fin, bendita ignorancia que afortunadamente con el paso de los años ha llevado a muchos haters a rectificar su opinión. Algunos aún en la más estricta intimidad de su habitación, por miedo a perder su categoría de "defensor del metal". Me planto aquí que si no me enciendo y realmente no merece la pena. Correcta interpretación del tema aunque se notó que llevaban muchísimo tiempo sin tocarla. Les faltó la contundencia que el tema encierra y que en otras ocasiones sí la han demostrado. Aunque regulera, siempre es un placer para los acérrimos que rescaten temas olvidados.

Para la traca final tiraron de clásicos. Aquí ya no había lugar para la sorpresa sino para el desparrame final para deleite de todos los virtualmente presentes. "For whom the bell tolls", "Master of puppets" y "Enter sandman". Trío calavera para concluir el primer concierto en streaming de la historia de la banda y que supuso el cenit de una actuación histórica por el contexto y el reencuentro de millones de fans en todo el mundo con su banda fetiche. Le perdonamos a James que se olvidara de una de las estrofas más míticas de la banda, cuando en Bellz se olvidó de ese "Take a look to the sky just before you die" y soltó una serie de palabras inconexas e incomprensibles para compensar la cagada. Después de las noticias de hacía un año fue especialmente grato ver a James Hetfield con su actitud de siempre, no solo bromeando y usando la ironía que le caracteriza sino conversando animadamente con el personal y sobre todo con una guitarra en la mano y un estado vocal más que apreciable que demostraría durante todo el concierto. Disfrutando que es gerundio. Bienvenido de vuelta, hermano. Ni te imaginas el número de personas que estábamos deseando volver a verte así.

No os aburro más, que bastante chapa os habéis tragado si a estas alturas todavía seguís leyendo esto. Al final es lo de siempre cuando se trata de Metallica. Los que llevan 25 años (en algunos casos más tiempo aún) odiando a la banda lo van a seguir haciendo y para ellos el concierto del sábado o cualquier cosa que hagan siempre estará mal, será un desastre y serán siempre unos traidores a la causa que ellos mismos generaron. Toda opinión es respetable y están en todo su derecho a hacerlo, faltaría más, pero nunca entenderé que si odias algo pierdas el tiempo viéndolo, escuchándolo o soltando mierda a la mínima que puedes. Pues no hay millones de bandas en el mundo que escuchar y apreciar. ¿Para qué perder tiempo en algo que odias?. Ya sabemos que James era mejor cuando era un alcohólico, que tu cuñado toca la guitarra mejor que Hammett, que Trujillo es un simio con un bajo en sus zarpas y que Lars en su puñetera vida ha tocado bien la batería y que es el que se debería haber muerto en el accidente en vez de Cliff Burton.

Personalmente usaría todo el tiempo que muchos desperdician en soltar bilis y recitar la misma cantinela en cosas más productivas pero en el fondo no soy quién para decirle a nadie lo que tiene que hacer. Solamente recordaros que somos cientos de miles de personas en el mundo (y quizás me quede hasta corto) los que sentimos a esta banda como algo más que un simple grupo. Llámalo religión; llámalo estilo de vida; llámalo actitud; llámalo salvavidas al que agarrarse en esos momentos duros por los que todos pasamos; llámalo X, pero nadie llega a lograr provocar esos sentimientos en tal cantidad de gente alrededor del planeta sin saber hacer la o con un canuto. Y no, no nos han abducido. La esencia de Metallica siempre fue la misma, nunca ha cambiado. Hacer lo que les apetece a ellos, no a ti. Y hacerlo de la manera que quieren, en el momento que quieren y dónde eligen hacerlo. Y el concierto del sábado no fue más que la enésima prueba de que eso es algo inamovible.