En Noruega se toman muy en serio el tema de las guitarras, y además, solemos encontrar casos de bandas que dotan de mucha personalidad a sus composiciones, sobretodo en el Metal Extremo. Tal vez no sea el caso estricto de Duckwalk Chuck, pero tras ese extraño nombre (algun dia les preguntaremos que relación tiene con el paso de baile del gran Berry), encontramos un álbum rockero de calidad. Lo que más me sorprende tras esta primera escucha, es enterarme de que tienen publicados ya hasta cuatro álbumes más, y que llevan 20 años en activo. ¿Cómo demonios no habíamos oído hablar de ellos hasta ahora? Una banda como esta, habría encajado perfectamente en el circuito que teníamos de garitos rockeros hasta no hace muchos meses, y podrían haber compartido escenario con, que sé yo, Danko Jones, Nashville Pussy o bandas del estilo.

"All fired up" es el típico tema de apertura que te pone las pilas y te gana para el resto de la reproducción. La rasposa voz de Arvid Thorsen, que también se encarga del bajo, destila rock and roll cervecero, cazalloso y fiestero. Un tema sencillo, veloz, pero purista y efectivo. Los sonidos australianos de bandas como AC/DC o los más recientes Airbourne te vendrán a la cabeza. Lo mismo ocurre con la cadenciosa "Criminal man", cantada con arrogancia y tocada con pasión, o la trabajada "Ghost town", muy Malcolm Young, pero con unos dejes más country o de rock americano, aunque los riffs del estribillo son puro AC/DC. El bajo de Thorsen abre "I'm the devil", de ritmo lento y desafiante, pero con un rollo boggie muy bien traído. Los guitarristas Ariled Rettore y Hakon H. Ronneberg hacen un trabajo estupendo, y sus cuerdas sacan humo en la mayor parte del plástico. El desmadre esta asegurado con pistas como la veloz "It's only rock and roll", y la bailable "Motor madness".

Y si esta es la faceta que os gusta, no os perdáis "Reckless driver", auténtico desenfado rockero desvergonzado y guitarrrero. La banda transmite la sensación de estar pasándoselo bien, eso se nota. Levantan el pie del acelerador en "Rosies", con un rollo más funky, y una parte central en la que redoblan la intensidad, para acabar de nuevo en el ritmo inicial. Tras este remanso pasajero, persecución por la carretera a todo trapo a ritmo de "Shut your lights", en la que la voz de Arvid Thorsen suena por momentos muy Lemmy. La batería de Tord Eiken va marcando el tempo con solvencia, sin aspavientos, pero con mano firme, sin que le tiemble el pulso, y anotamos también la colaboración de DWC en los coros. Y si no hay actitud en la chulería de "Thirsty dog", como el que no quiere la cosa, nos relatan la historia de un pobre sediento pidiendo calmar su sed. Se toman su tiempo para construir "World on fire", que tras ese inicio lento, acaba de ascender en ese estribillo a coro, que seguramente captará la atención de toda una sala al unísono.

Apuntaros el nombre de Duckwalk Chuck (que tampoco es que sea fácil de olvidar), y acercaros a cualquier concierto en el que figure su nombre en el cartel, porque puede acabar siendo una noche memorable, de aquellas para recordar (o si la cosa se desmadra, de aquella en las que no te acuerdas de nada...). Su nuevo disco está previsto que sea publicado el 17 de Septiembre, así que yo me iría apuntando la fecha en el calendario, y cruzaría los dedos para que esta puta pandemia nos permita ver a estos noruegos sobre un escenario más pronto que tarde.Un muy buen disco guitarrero que debería encenderos de nuevo vuestro fuego rockero.

PD:El tema de abajo, es de su anterior álbum "High Speed City", que todavía no tenemos adelanto de este disco que nos ocupa.