Los suecos Cobra Cult van a piñón fijo. Con su hard rock, aderezado de tintes clásicos y un poco de punk, desprenden una energía de revitaliza unas composiciones sencillas pero efectivas. Formados en 2015, no fué hasta 2018 que debutaron con su primer trabajo, y es en esta era pandemiesca que llega el momento de editar su segundo trabajo titulado "Second Gear". Un trabajo que pasa en un suspiro debido a su corta duración, pero que también debe su fácil digestión a unos hábiles riffs y unas pistas pegadizas.

La inicial "Sell your soul" ya nos permite percibir la crudeza del sonido, donde no hay florituras si no mucho rock and roll. Johanna Lindhult comanda el barco con su voz y aporta rítmicas, junto a Anders Martinsgård. De la batería se encarga Carl Johan ”Sillen” Sillén, y del bajo Thomas Jonsson. Un buen tema de apertura para dejar las cosas claras, al que sigue "The devil's end", que suena más Heavy Metal primitivo. "Run for your life" tira más por un punk-rock melódico con un buen estribillo y sus coros, además de un sólo muy rockero, un tema hijo de Social Distortion y The Hellacopters. Muy oscura arranca "Mean machine", cona una Johanna desafiante, y un estribillo más luminoso. Muy Heavy Metal también. La siguiente "Hey!?" es desenfrenada, con un ritmo acelerado y punkarra, y otro gran solo. 

"Dust on my boots" supura melodía por todas partes, con un trabajo de guitarras excepcional, resultando uno de los temas más destacados del disco. Cruda y machacona ha quedado la siguiente "Beat the demon", no es de las que más me hayan gustado, pero es efectista. Y como quién no quiere la cosa, llegamos al final con "Hit the stage", que pone punto y final a base de una batería trepidante y un ritmo punk, que promete poner cualquier sala patas arriba ante la visión de que los artistas se bajen del escenario.

Un álbum pegadizo que bebe de muchos estilos, con el demonidador común de dotar a todas las pistas de fuerza y energía, con el aliciente de que suena variado, y que pese a su corta duración, puedes tenerlo girando y girando sin hacerse pesado en ningún momento. A buen seguro, habrían dejado su impronta en una sala como Rocksound.