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Los catalanes Angoixa han aprovechado bien estos tres años que han pasado desde la publicación de su anterior álbum "Esclaus de la por", para afianzar su sonido y trabajar duro en sus nuevas composiciones. Seguramente, muy influenciado a nivel lírico por las nuevas tecnologías y el auge de las redes desde el inicio de la pandemia, no dejan títere con cabeza en lo que se refiere a la humanidad en sí mismo, profundizando en el asco general que da la sociedad, acrecentada todavía más por esta situación extraña y extraordinaria que nos ha tocado vivir en estos tiempos.

La banda barcelonesa, que nació principalmente gracias al arduo trabajo de Robert Garcia en el año 2014, completó su formación en el anterior trabajo con la entrada de Héctor, Uri y Mario en el año 2018. Su death metal les ha servido para conseguir fechas con Skeletonwitch, y para que les mezcle el disco todo un Dan Swäno, en sus estudios de Suecia.

Como bien pretenden transmitir con su nombre, su música te produce una sensación de desasosiego general mientras te zarandea a base de riffs brutales y baterías infernales, entretanto Robert te va triturando la sesera con sus guturales. El primer ejemplo lo encontramos con el opener "Desolació", con un inicio entre lóguebro y melódico, como una araña que teje su tela a tu alrededor para acabar pegándote el picotazo mortal cuando la cosa se pone más violenta. Hábiles solos adornan la pista, mientras el resto de instrumentos vuelven a sus posiciones para devorarte de un bocado en el tramo final. Y hablando de insectos, "La crisàlide", podría ser el resurgir de una mariposa convertida en capullo, que revive tras un período de incubación transformada en un grotesco animal alado de grandes colmillos y sed de sangre. Los atronadores redobles de Mario embisten con fuerza, mientras se suceden los cambios de ritmo. El épico inicio de "Regne de sang", torna tu visión a un fundido a rojo, propiciado por el ataque constante de los riffs asesinos de Robert y Héctor, que te harán sangrar los tímpanos. Un sonido muy Entombed acompaña a sus composiciones, aunque estas son bastante más brutas que las de los suecos. Gran solo el que encontramos en esta pista, muy old-school. El sonido de unos truenos da paso a "Els oblidats", con la que se desata una de las tormentas más brutales del plástico. Una pista sin concesión, con un solo muy death n'roll y una parte central más atmosférica, aunque la tónica general es la del frenetismo.

"Monstres" empieza de forma tétrica con unos teclados muy sutiles, hasta que las guitarras entran dando respuesta a la melodía propuesta, quedándoles un inicio que se marca a fuego. En esta ocasión juegan más con el crear asfixia en la parte inicial, para acabar de tensar la cuerda en su ecuador y sacarte los ojos de las órbitas con un tirón final que te lacera la piel de la garganta mientras exhalas tu último suspiro. El tema vuelve a su ritmo inicial para terminar como si aquí no hubiera pasado nada. "Distopia digital" la presentaron como primer single, y ya es una conocida de la redacción , porque la hemos pinchado ya algunas veces. Un tema enérgico y vigoroso con el que anunciaron su regreso y nos ponían los dientes largos. Cierran el álbum con la premura de "La presó dels pensaments", con Mario reventando sus parches con manos y pies, mientras Robert y Héctor hacen rugir y aullar las cuerdas de sus guitarras. Todo bien empacado por la labor de Uri al bajo, que podemos apreciar en esta última pista, poniendo la puntilla a todo su trabajo anterior. La segunda mitad del tema es totalmente destructivo.

Nada mal el bagaje de estos barceloneses, que en apenas 7 años han editado 4 álbumes, en los que queda patente su meteórica progresión y mejoría. Un álbum que rememora a los grandes del estilo con un toque personal (más allá de cantar en catalán), y que viene envuelto en una logradísima portada obra de Daniel Alarcón, que resume muy bien su contenido. Y seamos honestos, no hay mejor manera de plasmar el ascazo que da la humanidad, que un disco de Death Metal como este.