No deja de sorprenderme que en un mundo tan cerrado como es el Metal en general, una banda como Amaranthe, haya conseguido tanto éxito con su propuesta, basada en ritmos contundentes y melodías comerciales a más no poder. Sin embargo, me pregunto hasta donde puede llegar la fórmula y si tiene fecha de caducidad. No voy a negar que he disfrutado, algunas entregas más que otras, de su vertiente metálica aderezada de toques pop y ritmos electrónicos cuasi-bailables, y esa cautivadora e hiptnótca voz de la que fué corista en Kamelot, Elyze Ryd. Sin embargo, aunque sus composiciones siguen presumiendo de cierto gancho, es evidente que han perdido ese toque de frescura que ofrecía la novedad.

Nunca he sido muy fan de las partes guturales que ofrece Henrik Englund, y personalmente, me empiezan a parecer ya planas y manidas sus interpretaciones (o simplemente su registro no acaba de estar bien aprovechado). También me parece desaprovechado en algunos momentos el talento que atesora Nils Molin, y que no oculta en su banda Dynazty, aunque aquí a veces parece enmarcado en ofrecer la réplica a Elyze, como cualquier astro que se atreva a jugar al lado de Messi. Dejando de lado las reflexiones personales, veamos que nos ofrece esta nueva entrega, pues ya es su sexto disco de estudio, y aunque el factor sorpresa ya no existe, aún les queda alguna cosa que ofrecer.

Vamos a adelantar que el disco de por si es fluido, y no tiende a aborrecer, y en su favor cuenta el eterno convencimiento en su propuesta. Su apuesta no es sencilla y les suele salir bien, más yendo acompañado por esa cristalina producción. El disco arranca con fuerza con "Fearless", de ritmo trepidante y estribillo ultra melódico y coreable, nada nuevo bajo el sol. "Make it better" arranca duro y pesado, y alterna con esos pasajes dulces de Elyze y esos juegos con los otros dos vocalistas, que van intercambiando roles. "Scream my name" es una de esas que más abusan de sintetizadores, pero siempre en su justa medida. "Viral" tiene como reclamo el canto de sirena de su líder, con un estribillo que se te graba en el cerebelo, y unos riffs de los que hacen mover la cabeza. La siguiente "Adrenaline" es una de las más movidas, con esos sintetizadores tomando posiciones predominantes al inicio, y ofrecer esos juegos vocales en un estribillo memorable marca de la casa. "Strong" es uno de los reclamos, al contar con la colaboración de Noora Louhimo de Battle Beast, al igual que lo hace "Do or die" con la ex-cantante de Arch Enemy Angela Gossow, o "Boom 1" (que suena un poco más industrial por momentos) en la que colabora Heidi Sheperd de Butcher Babies, en lo que me parece una maniobra para ofrecer nuevos ganchos a una fórmula que presenta signos de cansancio.

Misma fórmula presentan temas como "The game" o "Archangel", aunque "Crystalline" parece salirse un poco de la regla establecida. Una balada con todas las de la ley, en la que Ryd tira de dulzura y emotividad, pues no vamos a negar que tiene una voz capaz de hipnotizar. El final se acerca con "Die and wake up" que sigue exprimiendo la fórmula de ritmos pesados, sintetizadores y melodía por doquier.

El sumario. ¿Es un mal disco? No. ¿Son temas aburridos? Pues tampoco. Sin embargo, la sensación de haber escuchados cosas parecidas, y más por ellos mismos ahí está. No creo que estas nuevas composiciones puedan aportar grandes cosas a sus repertorios en directos, más allá de dar descanso a algunos otros temas más trillados. Si las colaboraciones externas pasan a ser una de las cosas más destacables de un nuevo lanzamiento, más allá de ser meros invitados, es que algo falla...