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Pathos es el segundo álbum de la banda valenciana Litost. Grabado en los BlackStage Studio por Luis Varo y Manri, y masterizado por Javi Félez en los Moontower Studios. Su nombre no podría estar más ligado a su música, pues "litost" es un término acuñado por el filósofo checo Milan Kundera y relacionado con la introspección y la miseria humana.

La banda como tal existe desde 2015, aunque no fué hasta 2019 cuando editaron su primera demo con los dos temas "Monasterio" y "Escombro", que luego regrabarían para su debut. Unos meses más tarde vería la luz su primer LP, "Ethos", totalmente autoproducido.

El cuarteto da en "Pathos" rienda suelta a todo lo que les ha apetecido, sin ponerse límites de ningún tipo y adentrándose en inmuerables géneros distintos, a veces emparentados y a veces totalmente opuestos.

Tengo que reconocer que los primeros segundos del plástico me han puesto alerta, porque no soy muy amigo de los despliegues técnicos, y el primer tema, "Tromba", empieza con un derroche, pasajero, de pura técnica, veloz y precisa. Pero transcurrido este momento, y aunque se sucederá alguno más a lo largo de sus composiciones, no es en absoluto la tónica a seguir, y queda patente tras ese silencio solo roto por las cuerdas de su bajista. Si algo me había llamado la atención cuando me llegó su primer adelanto, de este mismo tema, fué la crudeza de su sonido. Unas ambientaciones muy blackies, se ven contrapuestas a los riffs de guitarra que se suceden con premura. Dan la sensación de abrir en canal sus sentimientos, su rabia, su frustración y su ira. "Espectro" empieza de una forma muy black metal, aunque la voz de Manri no es para nada estridente y chillona, su aspereza le da un puro regusto salvaje, potenciada por los coros de sus compañeros. Hay mucho de ambientación en sus temas, y aquí podemos apreciar momentos de calma tensa muy bien ejecutados. "Vigilante del abismo" da arranque con unas orquestaciones inquietantes, oscuras. Es un corte instrumental que sirve para enlazar con "Emboscada", pero que hace muy bien su papel introductorio, como aquel que camina por un largo pasillo hacia una puerta que no sabe a donde le va a llevar. Aunque por el título puedes imaginarte que si, que has caído en la trampa. "Emboscada" te coge por sorpresa tras ese preludio turbio y amenazador. Un corte agresivo en el que las guitarras ofrecen muchos colores y tonos distintos, y la sección rítmica suena desbocada.

"Simún" vuelve a hacer uso de aquellos pasajes técnicos, envueltos en un halo de descarnado black metal, añadiendo algunos coros que le dan un toque étnico. Quiero destacar que pese al estilo, todos los temas estan cantados en castellano, y que prestando un poco de atención no cuesta especialmente entender su mensaje crítico. A continuación nos topamos con "Barján de Céfiro", otro tema instrumental, pero esta vez con un aroma folklórico árabe bien marcado. Tal vez no me acabe de encajar en el conjunto del disco, pero estoy seguro de que la banda lo ha incluido con algún objetivo, que espero poder preguntarles en algún momento. "Vendaval" por su parte, también es instrumental, pero aquí plasman vivamente su intransigente visión de su propia personalidad. Guitarras crudas, bajo presente y baterías que sin tomar en exceso protagonista ni estar muy en primer plano, aportan al grado justo de potencia durante toda su reproducción. El broche lo pone "Galerna", en el que vuelven a hacer gala de momentos descarnados y otros más reposados e introspectivos. El solo de este corte está muy trabajado y ofrece mucho más que simples notas, sonando completamente honesto y sentido. Y así, los vaivenes de sus riffs se van diluyendo hasta que nos queda la nada, acariciada por una suave brisa...

Litost nos ofrecen un trabajo en el que profundizar, en el que descubrir nuevos aspectos en cada escucha. No esperéis un disco de fácil digestión, porque hay que rascar más allá de la superfície para apreciar todo lo que nos ofrecen en toda su plenitud. Si le dedicáis un poco de tiempo y entráis en su mundo, quedaréis atrapados.