Que necesarias son bandas como The Black Halos en la escena del Punk Rock de todos los tiempos. Cuanta nostalgia me entra cunado me pongo discos como “The Violent Years (2001)”, una buena muestra del legado que dejara los Halos dentro de su estilo musical, dos décadas más tarde me pongo este disco y mi cuerpo entra en un estado salvaje y me viene a la mente todos esos garitos que he pisado y todas esas cervezas que me he tomado en nombre del Rock, claro como no me entra nostalgia y por eso asistir a un concierto de esta gente me hace conectar con tantísimos buenos momentos vividos.
Billy Hopeless y sus Black Halos todavía siguen manteniendo esa actitud de gamberros y aunque están mas viejos todavía nos aportan esa peligrosidad que tanto nos gusta sobre un escenario. Billy todavía se mueve sobre las tablas como un autentico maniaco, dándonos su propio show de poses, con unos cuernos de demonio y como si de un pirata se tratara lucio la bandera pirata que colgaba de su pie de micro.
Posiblemente los kilómetros de carretera que llevan encima y la edad, les paso factura en el arranque del concierto, nada que no nos hiciera disfrutar de estas bestias pardas del punk Rock.
Vamos si se divirtió el personal, todos pudimos disfrutar de los buenos momentos que siempre nos han hecho pasar, como sonaron temas como “Warsaw” de Joy Division, o lo disfrutable que fue un tema como la muy coreable “Start The Violence”. Para los bises, salieron de nuevo al escenario con otro de sus mayores hits, “Three Sheets To The Wind” y que posiblemente evidencie el mejor momento vivido en cuanto a popularidad en un pasado no muy lejano.
Pero por alguna razón, la banda recorto el set programado y finiquitaron el concierto antes de lo previsto, pero nos regalaron un caramelito antes de bajarse del escenario en forma de versión dedicada a The Misfits. Quizás el concierto habría aceptado un para de temas mas para terminar de rematarlo todo, pero lo bueno si es corto es dos veces bueno.
Crónica y fotos: Javi Metal
Javi Metal
Un poco de mala hostia.
Una porción grande de locura.
Unas rayitas de alegría e ilusión.
Y como siempre bastante cabezón.