Los holandeses Komatsu vuelven con su cuarto disco en casi 11 años de existencia. Se han forjado en la carretera, y han llegado a telonear a bandas del calibre de High on Fire, Truckfighters, Karma to Burn, Baroness o Corrosion of Conformity. Como una auténtica Rosa de Jericó, reviven su sonido y tratan de simbolizar su "resurreción" con este nuevo disco. No es que vayamos a encontrar una revolución en su ADN, ya que siguen firmes a sus convicciones en la distorsión más cruda y sus composiciones navegan entre un stoner metalizado y el sludge, añadiendo algunas melodías aquí y allá.

El disco arranca con un trallazo del calibre de "Stare into the dawn", con un gran riff polvoriento, y toques psicodélicos, mientras la voz de Mo Truijens navega por una melodía muy Faith No More. La siguiente "Solitary cage" suena más agresiva y cruda, dejando un poco de lado esa melodía más accesible de la anterior, sonando más oscura. La cosa se relaja en actitud en "The suit", que da más buenas vibraciones, y es ideal para que te azote la brisa abrasante de las arenas mientras conduces tu descapotable hacia ningún lugar, mientras va subiendo en intensidad y sin darte cuenta pisas el acelerador. Una melancólica "Blood Moon", con cierto aire de country-stoner, nos ofrece otra faceta de la banda, con un tema muy entretenido y de los más destacables en el conjunto. Por unos derroteros parecidos transcurre "Son of Sam", en la que la batería de Jos Roosen lleva el ritmo marcial.

El tema título bien podría sonar en el Titty Twist de "Open 'til Dusk" de Robert Rodríguez, todo un viaje sensorial cargado de ácido que obliga a contonearse con una serpiente enroscada al cuello. Yo veo a Salma Hayek bailando al ritmo de este tema, y la bacanal sangrienta brotando en la segunda parte del tema, más agresivo. "Blackbird" es una buena pieza de stoner rockero, desafiante, con buenos trabajos a las guitarras de Struijens y Mathijs Bodt, y un bajo presente de Martijn Mansvelders. Para un viaje de peyote, y una aventura espacial, tenemos "Call of the wolves", un tema lento, reposado, de fuego lento. Y para despertarnos del viaje, un puñetazo con "Om", de inspiración budista, pero cargado de distorsión y contundencia, mientras el vocalista va susurrando a nuestro oido.

Dadle una oportunidad a esta nueva obra de los holandeses, ya que a buen seguro, encontráreis algo de vuestro agrado, ya que contiene variedad, dentro de su estilo. Hay pesadez, hay contundencia, hay melodía...hay un poco de todo, pero sin dejar de ser Komatsu. Si queréis depertar, o seguir en su hechizo aletargado, ya es cosa vuestra. Yo, voy a darme otro viaje con ellos.