Madre mía, por dónde empezar. Tal vez por el final. Ya podéis ir encargado el disco en cuestión, o ir directos a vuestra tienda de discos mientra leeis esta review, porque esta obra en solitario del cantante de Perfect Plan es una puta maravilla. Sinceramente, no soy seguidor de su banda principal, pero me encadilaron los temas que adelantó de este lanzamiento, y el resto del álbum no defrauda para nada. Si eres un fanático de los sonidos melódicos y el AOR es imposible que esto te deje insatisfecho, y aunque no lo seas, deberías ser capaz, o aprender a serlo, de disfrutar semejante despliegue de gusto, clase y elegancia. Para poner las cartas sobre la mesa, el vocalista se sentó a escribir todos los temas, y contó con la ayuda de Michael Palace para la grabación de los mismos.

Este desafiante "The Rumble" empieza con el tema que da título al disco con la coletilla "Never say die", un tema potente repleto de sintetizadores en el que queda patente que esto van a ser palabras mayores. El sonido impoluto y cristalino hace brillar las guitarras, la batería y sobretodo, la portentosa voz de Hilli. Suave, delicado, sensible, emotivo...se me acaban los calificativos. Una delicia de principio a fin. Pero es que es capaz hasta de ponerte a bailar, ¿que me dices de esos riffs en el arranque de "Cold", y ese estribillo que es oro puro? Todo un manual de como hacer un disco repleto de hitazos. La accesible y radiable "All for Love" (por cierto, ahora que estan de moda esos algoritmos que calculan las palabras más utilizas por los artistas...ya os digo yo que en este caso es Love) lo habría petado en los ochenta y ahora estaría sentado en el Olimpo al lado de bandas como Journey, Foreigner o Survivor (un saludo a Jimi Jamison). La pegadiza "I can't wait" luce con esos coros de acompañamiento, un tema repleto de ganchos melódicos de alto nivel. Y si queréis emoción, "Don't say it's forever" viene repleta. Kent Hilli pone la piel de gallina cantando con sentimiento, y el acompañamiento instrumental es refinado. Todo esta estudiado para que suene a la perfección y el resultado no podría ser mejor. Pero es que el artista no se ciñe a una fórmula, ya que en "Miss up to no good" americaniza su propuesta y entrega un tema más rockero con una efectividad innegable.

Y como hay disco de AOR sin una balada, el piano de "Heaven can wait" nos adelanta que ha llegado el momento. La pista es preciosa, capaz de deshojarte como una margarita, y haciendo caer alguna lágrima de tus ojos metálicos. Otra pieza imbatible es la armoniosa "Does it feel like love", con un estribillo delicioso que culmina la estupenda tarea de Palace con todos los acompañamientos. Breve inciso para destacar su labor, porque la composición es de altura, pero la interpretación es sublime. Un sutil inicio da paso "Love can last forever", un tema que te rompe por la emoción que emana. No es una balada pero la pasión que han puesto en ella queda perfectamente reflejada. Aquí, que nos gusta el almíbar, disfrutamos también de "Never be mine", con grandes interpretaciones de los artistas implicados. El broche final corre a cargo de "Still in love", otra pista de piel de gallina, a medio tiempo, que remueve por dentro por su forma de mantener al oyente entre nubes de algodón.

Resumiendo, no me voy a andar con rodeos. Cómpratelo ya.