Si algo me acaba de dejar más helado que la jodida borrasca Filomena, es este disco debut de la banda de Texas, Frozen Soul. Semejante despliegue de Death Metal no debería pasar desapercibido para la parroquia extrema, porque este disco acabará sobresaliendo sobre el resto a final de año. La pesadez que transmite este disco es aplastante, evocando a lo mejores Bolt Thrower y Obituary, conseguirán dejarte patitieso con sus crujientes riffs y una voz capaz de incendiar la tundra ártica. Tienen la magistral visión de dotar a sus composiciones de un aire desafiante e intrigante, creando atmósferas sosegadas para noquearte con un buen cambio de ritmo tras una pausa bien estudiada. Pero vamos a profundizar más en este lanzamiento capaz de derretir los casquetes glaciares.

El disco arranca con una inquietante intro que da comienzo a "Crypt of Ice", el tema título, que no hace prisioneros y arranca de forma brutal en plan bulldozer con unos riffs pantanosos, y una batería destructora de Matt Dennard, acompañado a la perfección por el bajo de Samantha Mobley (aunque en general y por el sonido ofrecido en la mezcla, pasa algo desapercibido). Un tema genial para acabar con un cuello como el de Fernando Alonso. Igual de aplastante es "Arctic Stranglehold", un puro ejercicio de lo que ellos mismos catalogan como Death Metal cOLD SCHOOL. Un pasaje gélido con el sonido del viento helado da inicio a "Hand of vengeance", una explosión de furia glaciar que te congelará las pestañas a base de guitarras machacantes y unos guturales cavernosos de Chad Green. A estas alturas debes empezar a tener los labios morados y un tono azulado en la piel. "Wraith of death" acabará por llevarte a la hipotermia. Afortunadamente, si hay que nos salve de la congelación, es que temas como "Merciless" o "Encased in ice" nos harán hervir la sangre con esos detalles e influencias de los maestros antes mencionados, que tan buenos momentos nos dieron (y nos siguen dando).

Hora de sacarse el frío del cuerpo con la agitada "Beat to dust", apisonadora. Camino que sigue la también rabiosa "Twist the knife", un memorable ejercicio de metal pesado y crudo. Parece que se han guardado unos buenos trallazos para el final, como atestigua también "Faceless enemy", al que añaden alguna pequeña dosis de melodía en algunos riffs, y "Gravedigger" que cierra el disco poniéndote los pelos de punta en un tema que roza el doom, mientras va levantando un muro con las guitarras de Michael Munday y Chris Bonner, que se desploma sobre ti, dejándote sepultado y sin escapatoria.

Un álbum disfrutable de principio a fin, con el volumen bien alto, que les hará dar un salto de inicio por encima de bastantes bandas que les hará posicionarse cerca de la cabeza del Death Metal. Por poner un pero, tal vez al final del álbum, los riffs empiecen a parecerse a los anteriormente ofrecidos, asumiendo un ligero autoplagio. No obstante, el resultado final no tiene discusión, y sólo su siguiente lanzamiento nos aclarará si vienen a conquistar el trono del Death Metal o si caen en la autocomplacencia ofreciendonos un, delicioso por otra parte seguramente, refrito de lo ya escuchado.