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Mucha gente ha conocido el aburimiento extremo durante la pandemia y los confinamientos vividos durante el pasado año, pero en el caso de músicos, acostumbrados a pasarse media vida en la carretera y viajando de un lado para otro, la falta de actividad deber haber sido agotadora. Por suerte, han encontrado un filón para dar rienda suelta a su creatividad ya sea con sus propias bandas o juntándose con colegas como en el caso que nos ocupa. Nada más y nada menos que Alexander Strandell (Art Nation), Jonah Tee (H.E.A.T.), John Levén (Europe) y Christian Lundqvist (The Poodles), además de la colaboración de Love Magnusson (Dynazty), tenemos aquí reunidos en un mismo disco. Sobra decir que las expectativas ante semejante line-up son altas, y quedan más que satisfechas tras una primera escucha del LP. Todos aportan su parte, y se nota en el resultado final, muy cercano a todas sus bandas respectivas.

"Kings in the north" da comienzo con el tema-título. Un tema con garra, a medio tiempo, en la que Strandell luce su garganta en un estribillo que engancha por su melodía y coros. Lucimiento a las guitarras, teclados como colchón, y una batería sobria y elegante. Todo un compendio de ingredientes para un pelotazo de categoría. "Perceval" tira por derroteros parecidos a las composiciones más enérgicas de H.E.A.T. con su estribillo marca de la casa, podría haber sido parte de cualquier disco de la era Grönwall. "Sharoline" es otro temazo, con mucha garra y melodía, sobretodo en el estribillo que no podrás dejar de tararear, en una onda más The Poodles. La cosa se pone más emotiva con la sentida "Unbreakable", en la que Strandell canta con mucho sentimiento, y las guitarras y teclados de Tee brillan con luz propia. Un sentimiento parecido al que emana "Mad world", aunque esta más melancólica, debido al ambiente que crea esa distorsión y eco en la guitarras, y esa contundencia que aportan los coros. En la siguiente "One in a million" son los teclados los que llevan la voz cantante, creando la base para desarrollar el tema, y se nota la mano de Jonah Tee en la composición y los arreglos, de ahí que se pueda emparentar también con algún tema de su banda madre.

La velocidad vuelve a hacer acto de presencia en "Sum of all fears", con incesantes redobles de batería que aportan energía al esfuerzo vocal de Alexander. Mucho más light les ha quedado "Set me free", algo descafeinada, sobretodo por ese pasaje y melodía de teclados, que le restan fuerza pero le da por otro lado un toque diferente, aunque se vuelven a coronar (chiste fácil?) con el estribillo. Un poderoso riff de guitarra da inicio a "Make a stand", de las más pesadas y con más groove del disco. Unas vacilonas líneas vocales comandan las estrofas con paso firme, y se dejan ir con el puente y el estribillo, dándole un nuevo aire a la canción.  Algo más rockera suena "Cross to bear", en la que alternan intensidades, consiguiendo un buen tema que puede brillar en directo (si es que alguna vez tocan en directo...). Y la balada o semi-balada, queda para el final. "Save me from myself" pone el punto sentimental, en una pista bastante desnuda, que gana potencia en momentos determinados.

Tengo que reírme de algunos de esos mencionados "super-grupos", que se limitan a conjugar nombres de alto copete, pero que una vez juntos, no brillan como suma. Caso totalmente contrario al de Crowne, donde cada miembro aporta su estatus, para aupar a esta banda directamente a la categoría respectiva. Uno de los lanzamientos más notables últimamente en lo que se refiere a hard rock melódico. Esperemos que no se quede sólo en una aventura pasajera, y que nos traigan otro lanzamiento en un futuro, si no mejor, igual que este.