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SEGUNDA JORNADA

 

DESERTFEST (DÍA 2), Berlín 29/04/2016 (Astra Kulturhaus)

Amanece Berlín el viernes con una temperatura mejor que el día anterior. Sigue haciendo fresquete pero menos que el frío y la lluvia con la que nos recibió el jueves. Además el sol hace aparición a ratos y eso invita a darse un paseo por ese excepcional barrio en el que se encuentra situada la sala Astra y donde resido estos tres días: Kreuzberg. Un barrio repleto de buen gusto y en donde el arte, la música, la inspiración, la creatividad, la originalidad y el buen rollo se expande por sus cuatro esquinas. Amén de esas archiconocidas tiendas de ropa de segunda mano en las que puedes encontrar de todo a precios irrisorios. Esto sí es vintage y no esa desviación patética que ha convertido a algunos barrios de mi amada/odiada Madrid en un nido de concentración de modernos de pastel para bolsillos repletos. Como es costumbre nacional, importamos de fuera siempre la peor parte. Mala suerte para mí por llevar una maleta con el espacio justo al que he ido añadiendo material discográfico (y el que quedaba…) en este periplo turístico/musical de 12 días, porque encontré cositas que llevaba años buscando pero la falta de sitio me impidió traerlas para casa. Bueno, eso que gana mi paupérrima cuenta corriente. En cualquier caso, el pasear por esas calles, entrar en esas tiendas llenas de secretos ocultos y tomarte un café y picar algo a precios de persona humana y no de banquero siempre es una delicia.

Tampoco te permite el Desertfest extenderte demasiado en el turisteo porque el viernes es la primera de las dos jornadas maratonianas del festival, por si las ocho horas de ayer te resultaron cortas. A las 14:00 empieza el primer grupo, así que últimos retoques en el hostal, comprobación de que llevo todo lo necesario encima y pitando para el Astra, que aquí uno viene a exprimir la experiencia del primer al último segundo y no es cuestión de perderse alguna de las sorpresas iniciales que nos suele deparar este evento. Sobre las 13:30 ya ando en el jardín del recinto, que una cosa no quita la otra y una buena cervecita en forma de aperitivo bajo los tímidos rayos de sol que asomaban te dan ese mínimo de vitamina D que el cuerpo necesita a diario y te ayuda a coger fuerzas para lo que viene por delante. Telita fina de cartel, con nombres consagrados y otros totalmente desconocidos que acabarían siendo enormes descubrimientos. Al menos para mí, que con esto de darme igual pinchar un disco de Journey y detrás lo último de Conan, necesitaría días de 37 horas para poder asumir la cantidad de música y bandas que uno tiene pendiente o quisiera explorar con más profundidad. Vamos al lío…

A las 14:00 clavadas ya estoy en primera fila dispuesto a ver que me encuentro con Samavayo. Ni puñetera idea, la verdad sea dicha. Por no conocer, no los conocía ni por el nombre. Podría resumir su actuación diciendo que cuarenta y cinco minutos después ya tenía en mis manos su último disco Dakota, pero habrá que comentar algo más, ¿no?. Me doy de bruces con un trío procedente del mismo Berlín y que investigando a posteriori cuentan con cuatro publicaciones anteriores en formato cuarteto. No sé por qué demonios no había oído hablar de ellos hasta hoy, pero vaya que si prometo ponerme al día. Porque me encontré con una formación espectacular de rock pétreo, con sus toques stoner e incluso progresivos en ocasiones, pero fundamentalmente rock (del bueno, el mejor), despachado con una clase que les sale a raudales por los poros a sus tres componentes. Escuchas temas que no has oído en tu vida y te parece llevar años escuchándolos. Esto dicho en el mejor de los sentidos, no me refiero a que sean un refrito de bandas predecesoras sino que los temas son tan buenos que te atrapan de primeras. Haré los deberes con sus trabajos anteriores pero de momento escribo esto mientras suena de fondo ese recién salido del horno Dakota, que recomiendo encarecidamente a los que os estéis molestando en leer estas parrafadas que me suelto. Así se empieza un largo día de festival.

El escenario grande empieza a escupir guitarrazos antes que la jornada del jueves dado el número de bandas que están por actuar y no lo puede hacer de mejor manera que con los canadienses We Hunt Buffalo, en lo que es su primera visita a Europa desde su formación y que cuentan con dos buenos álbumes en su haber. “Living ghosts” lo tenía marcado en la agenda y una vez finalizada su actuación la sonrisa es difícil de borrar de mi expresión facial. Un concierto de lo más entretenido por parte de una banda que sin reinventar nada que no se haya visto con anterioridad, intercala pasajes rock con tintes incluso psicodélicos bajo una capa de fuzz que envuelve el conjunto, todo ello con un dinamismo que les hace llenar el escenario a pesar de ser tan solo tres componentes. Grupo a tener en cuenta en un futuro, porque si su presente es bueno, su futuro parece de lo más esperanzador. Desde las frías tierras de Vancouver vinieron a Berlín a arrasar con todo como cuando se enfurece el animal que llevan en su nombre y desde luego vencieron y convencieron. Ryan Forsythe, Brandon Carter y Brendan Simpson hacen ese tipo de música con la honestidad por bandera y que con deleite te obliga a dejarte las perras en el stand del merchandising. Son las 15:30 y ya llevamos dos de dos. Desertfest, cómo te quiero.

We Hunt Buffalo – «Ragnarok / Back to the river»

We Hunt Buffalo – «Prairie oyster»

We Hunt Buffalo – «Hold on»

Somali Yacht Club proceden nada más y nada menos que de Ucrania, y con su actuación consiguen compensar el subidón de las dos bandas anteriores. Menos cañeros pero no por ello menos interesantes, me gustan sus largos devenires psicodélicos, instalados en el post-rock e incluso shoegaze. Tranquilidad rebosante de buenas rachas cañeras también cuando se ponen a ello. Otra banda de las que desconocía por completo y que me gustaron, no tanto como otras del festival, pero no cabe duda que cuentan con elementos más que suficientes para dar un buen show. Está bien amansar un poco a las fieras, porque de seguir con el ritmo de las dos primeras bandas a las siete hubiéramos estado ya subiéndonos por las paredes. “The Sun” es su carta de presentación al mundo y esperemos que con unos temas como los que se encierran ahí sean capaces de seguir por la misma senda, porque juventud y calidad tienen, sin duda. Esperemos que puedan salir del circuito de su país natal y moverse más por Europa, porque si no corren el peligro de quedarse anclados allí y acabar en un olvido que desde luego sería injusto. Altamente disfrutables.

Somali Yacht Club – «Loom»

Somali Yacht Club – «Sightwaster»

Desde Holanda y para continuar con ese viaje más tranquilo subieron al escenario grande Monomyth, quinteto afincado de lleno en los terrenos del space rock más genuino. Con una genial base rítmica, a la que acompañan guitarras y teclados, se sumergen en infinitos desarrollos (muy bien ejecutados) que les llevan a tocar creo que no más de tres o cuatro temas en los 45 minutos que están sobre las tablas. En Berlín programan todas las ediciones más bandas de este estilo que en Londres y está claro que en Alemania triunfan estos sonidos porque el respetable disfruta casi con devoción la propuesta de Monomyth. No hay más que ver las caras que me rodean y los movimientos de cabeza y cuerpo como si los ácidos setenteros estuvieran recorriendo las venas de todo bicho viviente en la sala. Que no digo yo que no lo hicieran por más de una y de dos, pero no por todos los allí presentes y sin embargo gozamos igualmente con los holandeses. Buena banda y buen concierto. Más bandas a tener en cuenta para una lista que ya es más grande que el diccionario de la RAE. No sé qué va a ser de nosotros…

Monomyth – «Vanderwaalskrachten»

De vuelta al escenario pequeño, que mejor que recuperar un poco la cañita y el tono más pausado del que veníamos en la última hora y media que con una buena ración de puro y simple rock and roll cocinada al horno y al momento por los locales The Loranes. Si alguna banda no ha ofrecido algo nuevo que no hayamos escuchado ya en todo el festival, esos son ellos. Pero amigo, el rock and roll sucio, directo y sin trucos no es tan fácil de crear como pueda parecerle a algunos. Me resulta familiar el bajista y es a posteriori cuando me entero de que es el ex de Kadavar. Ahí es cuando me doy cuenta de la razón de que me parecieran tan interesantes. No basta con tocar tres acordes y berrear (eso es lo que hago yo en el mejor de mis días). Con esos antecedentes no es de extrañar que me inyectaran adrenalina en vena para toda la jornada. Temas de tres minutos dirigidos al cuello sin mayor concesión hasta que te sacias con las canciones que componen su primer larga duración, “Trust”. Tras la tempestad viene la calma. Mentira, aquí fue al revés.

The Loranes – «Black cat white cat»

The Loranes – «Servant of fear»

Otra de las sorpresas del día me la llevé a continuación con Coogans Bluff, grupo germano del que no había oído hablar jamás. La cosa prometía cuando vi aparecer en escena no solamente las clásicas guitarras, bajo y batería, sino una sección de viento. Cuidadín que esto puede prometer…Pues prometía y prometió. Menuda mezcla de country, folk, soul y psicodelia que se metieron entre pecho y espalda. Un placer para todos los sentidos. A los más clásicos elementos del fuzz rock les sumas esos aportes funkies que dan los vientos y que a mí particularmente siempre me han encandilado y te queda una mezcla que para qué quieres más. Por muy contradictorio que pueda parecer lo que voy a escribir a continuación, cuentan con un sonido antiguo de lo más contemporáneo. Lo siento, mi vocabulario de la EGB post-franquista no da para más. Mejor oírles a ellos que leerme a mí. Echarles una escucha que se lo merecen y con un poco de suerte os sorprenderán tanto como lo hicieron conmigo. Sin duda la nota más discordante y a la vez más especial de los tres días. Creo que lo escribí el primer día, pero si dije que amaba al programador de este festival, ahora me quiero casar con él.

Coogans Bluff – «Why did you talk / Gettin´ dizzy»

En ese viaje constante de ida y vuelta entre ambos escenarios, tocaba enfrentarse al último de los grupos desconocidos para mí que quedaba este viernes: Mondo Drag. Los americanos tienen una propuesta que desde los cimientos del proto heavy más clásico se amplía con elementos progresivos y psicodélicos en una amalgama que fue bastante curiosa de presenciar. Un escenario que se les quedó pequeño para cinco componentes y la cantidad de “cacharros” que portaban consigo pero que llenaron no solamente con su presencia sino con una música que bien valdrá considerar visto lo visto y oído lo oído. Situados entre medias de la original propuesta de Coogans Bluff y la catarata de bandas “gordas” que estaban al caer, quizás su actuación quedó un poco difuminada en mi memoria, pero desde luego la disfruté. “The occultation of life” es su último trabajo y a darle un tiento iremos en breve.

Y a partir de aquí un rush final de los que quitan el hipo. Cuatro bandas como cuatro soles a priori y que a posteriori no se quedaron en sol sino que inundaron la galaxia entera. Para empezar, ni más ni menos que los norteamericanos Elder, universalmente aclamados por crítica y público (entre los que me incluyo como uno más) con su último álbum “Lore”. Lección magistral de heavy psych al más puro estilo Sleep en uno de los conciertos del fin de semana. Simplemente barrieron. Sus largas canciones y sus cambios de ritmos cuentan historias por sí solas y creo que suponen un aire fresco dentro del movimiento más stoner. Ya tuve ocasión de verles hace un par de años en el escenario pequeño, pero esa obra maestra que supone su reciente disco les ha catapultado con todo el mérito del mundo a ganarse el derecho de actuar en el escenario grande y dejar cadáveres a su paso. Solamente un pero: le sobran las voces, que apenas tienen presencia en sus canciones, pero que no son nada del otro mundo y que sin ellas ya sería el colmo de la perfección. Señoras y señores, desde Boston y su frío polar habitual, ha llegado Elder para caldear el ambiente y quedarse entre nosotros. Lo mejor de todo, que este fin de semana repetimos con ellos en el Kristonfest en Bilbao.

El doom siempre ha tenido cabida en el festival y este año no iba a ser menos. Al loro que es de oro. Menudo bolazo se marcaron Monolord. De entrante riffs, de plato principal riffs, y al postre le cambiamos la palabra chocolate y le llamamos “muerte por riff”. Apabullantes. Destrozando cuellos entre el personal y dejando un sello sobre el escenario pequeño difícil de olvidar. Mika Häkki, Thomas Jäger y Esben Willems, que sepáis que desde este viernes habéis entrado de lleno en mi alma más oscura. Y lo habéis hecho desde vuestra Suecia natal (cómo no) con esas dos obras maestras que son “Empress Rising” y “Vaenir”. Monolítico se queda corto para definir el sonido de una banda que si sigue este camino acabará mucho más arriba de lo que ya está. Como es costumbre en mí, habituado en no dar ni una, acabarán en el más profundo de los olvidos una vez escrito lo anterior, pero en mí habéis quedado tatuados a fuego lento y denso. Muy pero que muy grandes.

Monolord – «Cursing the one»

Monolord – «Died a million times»

Con Electric Wizard no sabía que me iba a encontrar. Los había visto anteriormente dos veces: la primera me fliparon y la segunda fue un desastre de proporciones importantes. No sé si iban hasta las trancas de sustancias psicotrópicas, alcohol o lacasitos, pero mi última experiencia con ellos fue cualquier cosa menos gratificante. Con ese peso en la espalda me preparo para lo peor pero esta vez, y para fortuna mía y de todos los presentes, la moneda cayó del lado de la cara. Conciertazo en toda regla. Encima con un setlist plagado de clásicos, algo que por otra parte abunda en la discografía de los británicos. “Dopethrone”, “Black mass”, “The chosen few”, “Satanic rites of Drugula”, “Funeralopolis”…Y así hasta completar un show magnífico. Y escribo show porque al complementar las canciones con la enorme pantalla de vídeo del fondo en la que proyectan todo tipo de imaginería diabólica de producción propia o usando como referentes películas clásicas del género del terror satánico setentero, hicieron del concierto toda una experiencia extrasensorial. Así sí amigos. No sé si esta vez iríais “puestos” o no, pero lo que desarrollasteis sobre las tablas fue un enorme reflejo de la carrera que iniciasteis en 1993. Sin desmerecer lo más mínimo al trío restante, el guitarra y vocalista Jus Oborn, auténtico alma mater del asunto desde sus comienzos, fue. el perfecto anfitrión de un ritual demoníaco que nos sumergió en el más profundo de los agujeros negros. Y encantado de ello, oigan. Maravilloso

Electric Wizard – «Lucifer´s slaves»

Electric Wizard – «Dopethrone»

Electric Wizard – «Black mass»

Electric Wizard – «Witchcult today»

Ya solamente quedaba un grupo para terminar la maratoniana jornada que llevábamos encima y no se me ocurre mejor manera de terminarla que con los holandeses Death Alley. Desde Amsterdam con amor y feroz rock and roll. En ocasiones arenoso, en otras sabbathiano, en otras al más puro estilo Motorhead, pero desde el segundo uno con una intensidad por parte de sus miembros que parecían poseídos por el maligno. No se puede demostrar tanto en tan poco tiempo. ¡¡¡Y solamente cuentan con un disco!!!. Si “Black Magick Boogieland” sirve para algo es para demostrarle al mundo que el rock está más vivito y coleando que nunca. Como loco estoy ya por escuchar más temas nuevos de esta gente, llamada a ser grande en poco tiempo. Otra de las triunfadas del festival y un cierre de viernes de los mejores que he podido disfrutar en mis cuatro años de asistencia a este templo.

Después de doce horas de música y ajetreo os podéis imaginar que si el jueves me fui directo al hostal nada más terminar, el viernes no salí corriendo hacia él porque mis piernas me lo impedían, pero el breve paseo hasta allí desde el Astra hasta esa acogedora cama con la que estaba babeando, lo hice orgulloso una vez más de haberme sumergido hace ya años en los terrenos pantanosos de esta variedad de sonidos a cada cual más gratificante que no dejando de ser más underground de lo que deberían, han logrado por derecho un lugar más que merecido en el siempre complicado mundo de la música. Gute nacht, meine freunde…

Death Alley – «Motorhead»

Death Alley – «Over under»

Death Alley – «Black magick boogieland»