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Julio de 2011, verano en el que me iba a Londres  durante un mes , quedaban pocos días para mi marcha y me enteré de la noticia  de la muerte de Amy Winehouse , fue el sábado 23 de julio a las 15:54. Recuerdo escribir rápidamente a una de mis amigas y de lo afectadas que quedamos aquél día por su muerte, parecía que fuera una amiga nuestra.

Conservo aún la Stylist número 89, en papel,con el especial a su memoria y que cogí en algún sitio en Londres, no recuerdo dónde, empezaba a beber a las 16:00, “que me quiten lo bailao”.

No soy una  grandísima fan de Amy, pero tengo una caja con sus dos álbumes , Frank y Back to Black.  Queda muy de “me lo compré en la gasolinera junto al de los Chunguitos”. Me gusta y me los pongo de vez en cuando.

Amy abrió el espectro musical de las grandes masas acostumbradas a oír únicamente lo que se pone y vende en las radiofórmulas. Consiguió que algunos se fijaran en el soul , el jazz y el rhythm and blues y, su voz, era como las de antes, tenía una manera de cantar peculiar, con sentimiento, con duende,

Si a su potente voz le sumas su estética  con la pronunciada raya de sus ojos,  su peinado y su destartalado modus vivendi, tienes la combinación perfecta para el éxito. Lástima que se perdiera en el camino y que forme parte del selecto“club de los 27” .

Hoy la recordaré escuchando sus álbumes, mis andanzas por Londres y haciendo ese movimiento de manos que tanto me hechizó, en el vídeo Rehab cuando decía " but I said, No, No, No".